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jueves, 1 de noviembre de 2012

San Francisco no tuvo suerte, fue inteligente

El lanzamiento final de la Serie Mundial, una recta por el medio que le pasó el mexicano Sergio Romo a Miguel Cabrera para poncharlo con el tercer strike, es considerado como el mejor ejemplo de lo que fue la temporada 2012 para los Gigantes de San Francisco. Arrojados, arrogantes, inesperados -- un lanzamiento de un relevista flaco y enclenque al bateador más poderoso del béisbol ejemplarizó a un equipo que nunca se quedó en donde los expertos lo colocaban. Se podia escuchar dondequiera, desde las salas de las casas hasta en el tono de voz de Joe Buck: Se salieron con la suya.
Gigantes ultimo out Serie Mundial
Leon Halip/Getty ImagesEl pitcheo final de Romo funcionó porque fue un pitcheo inteligente.
Ese parece el mensaje principal de la temporada para los nuevos campeones Gigantes: Se salieron con la suya. Se salieron con la suya al ganar tres partidos seguidos en Cincinnati, y se salieron con la suya al ganar tres partidos seguidos ante los Cardenales, y se salieron con la suya al atrapar a los Tigres en una especie de estado de hibernación mental y física, como si todos esos enormes cuerpos sintieran un cambio de estación y solo necesitaran relajarse por un minuto.
Le quedó muy bien a Romo el proveer un ejemplo tan claro de toda esta historia con una recta de 89 mph. Eso nos cuenta la historia de la mini dinastía más improbable del béisbol en los últimos 50 años (por lo menos), y nos la dice en la manera más extrema posible: El jugador menos imponente fisicamente en cualquiera de las plantillas midiéndose al bateador más grande y poderoso del planeta y lo congeló con una recta que parece que iba riéndose en su camino hacia el plato.
Pero la lección que se debe aprender no es la que la gente pretende que se enseñe. Cualquier intento de pintar el pitcheo de Romo -- y por extension la corrida de los Gigantes hacia el campeonato -- como pura suerte o cualquier otra forma de magia negra es no entender el punto, que es: Los Gigantes fueron mejores, y fueron mejores porque fueron más inteligentes.
La historia que todo el mundo piensa -- los Gigantes como los desfavorecidos cuya coronación no parece tener sentido -- quedó eclipsada en la Serie Mundial. Todo sobre ellos, desde el primero al último pitcheo, hizo perfecto sentido.
Si Romo es el símbolo de algo, y si los Gigantes son el símbolo de algo, es de que en el béisbol vale tanto la maña como la fuerza. Romo no tuvo suerte con un pitcheo arriesgado. Ese pitcheo, en esa situación, era imbateable. Romo preparó a Cabrera con cinco sliders -- un pitcheo que rivaliza con la recta cortada de Mariano Rivera como un arma singular -- y entonces le lanzó a Cabrera el único pitcheo que no tenía oportunidad de batear.
Romo hizo lo que los lanzadores hacen mejor: ejecutar con sorpresa. Hay un concepto creciente en el béisbol que se llama "velocidad efectiva", que es una teoría esbozada por un hombre realmente inteligente llamado Perry Husband, quien ha analizado cada pitcheo hecho en el béisbol en los últimos años. Es extremadamente envolvente y algo científico, pero está basado en la idea de que un lanzador llama la "atención" de un bateador con velocidad, selección de pitcheos y localización. Toma en cuenta factores de sentido común -- una recta de 90 mph en las manos de un bateador es efectivamente más rápida que una recta de 95 mph lejos del plato -- y lo que hizo Romo fue algo que parecía escrito en un libro. Los slideres bajaron la "atención" de Cabrera -- la velocidad que Cabrera estaba esperando -- y que luego fue sobrepasada con una recta de 89 mph que pasó por el lado de Cabrera sin que este pudiese reaccionar.
Olvídense de la pistola de radar; la "velocidad efectiva" de ese pitcheo rivaliza con cualquier otro lanzamiento que haya hecho Justin Verlander en toda la temporada. Romo no puede hacer ese lanzamiento en tres ocasiones seguidas y salirse con la suya, pero es el pitcheo perfecto luego de cinco sliders seguidos, especialmente ante un tipo que es perfectamente capaz de batear un slider afuera del plato por encima de la cerca del jardín derecho para empatar el partido.
Esta es la historia real de los Gigantes: Habían muchas cosas sucediendo por debajo de lo obvio. Tomemos el ejemplo de Marco Scutaro. Fue una gran sorpresa, ¿cierto? ¿El héroe más inesperado de la postemporada? Seguro, pero solo hasta cierto grado. Tuvo la mejor proporción de contacto en el béisbol toda la temporada, y los tipos como él que ponen la pelota en juego suelen tener rachas como esas, en las que parece que todo lo que batean, como suelen decir los narradores, "parece que cae en el lugar correcto". El hecho de que tuvo una racha como esa precisamente en este momento fue algo fortuíto pero estadísticamente razonable.
¿Acaso los Gigantes lograron salirse con la suya en una o par de ocasiones? Quizás, pero, ¿no suele pasarle eso a los equipos campeones? Dado su camino inusual y la noción generalizada de la supremacía ofensiva de los Tigres, los Gigantes están probablemente destinados a ser vistos como una casualidad, un equipo que se calentó a la hora justa y que tenía un manager que hizo las movidas correctas y un cuerpo de lanzadores que hizo los lanzamientos correctos. Pero cuando se escriba la historia, debe haber espacio para una nota al calce: Como la recta de Romo, hay mucho más de lo que se ve a simple vista.

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