BRADENTON, Florida - El optimismo de la primavera por estos lugares parece venir acompañado de una interrogante. Tanto los aficionados como los medios opinan de los Piratas diciendo, "Muchas buenas señales, sí, pero en la parte gruesa del lineup... ¿De dónde saldrá el poder?"
Entonces todos ellos, de manera figurada, miran hacia la tercera base, donde La Respuesta y La Esperanza se cruzan.
A menudo se habla del dominicano Pedro Álvarez como un jugador de impacto mayor, capaz de hacer la diferencia en un juego. Los otros pueden ayudan a llevar la carga, pero Álvarez es la clase de pelotero que puede definir un encuentro.
El crédito llega con el legado: Álvarez, nativo de República Dominicana pero criado en la ciudad de Nueva York, fue el segundo jugador tomado en el Draft amateur del 2008. Veintiún meses después de convertirse en profesional, Álvarez ya era parte del lineup de los Bucaneros y producía como un veterano, o al menos como el prodigio que era.
Después de un 2011 para el olvido, en el que se vino abajo igual que el resto de los Piratas, Álvarez es considerado como una pieza crucial para convertir a Pittsburgh en un equipo contendiente este 2012. Pero para evitar poner una carga injusta sobre los hombros del pelotero de 25 años de edad, nadie gritará eso a los cuatro vientos.
Como lo dijo el segunda base Neil Walker, "Todos somos igualmente importantes, aunque la forma en que (Álvarez) se perfila si hablamos de su habilidad para conectar jonrones probablemente le da un poco más de valor en términos de proyecciones".
Aun así, todos dejan la impresión de que debieran usar un babero cuando hablan sobre Álvarez, y es que babean demasiado.
"Pedro se encuentra en mucho mejor forma de la que tuvo el año pasado. Tiene la mejor forma física que le he visto desde agosto del 2009", destacó el gerente general Neal Huntington. "Físicamente está casi en la cima".
"Su swing luce muy bien -- muy compacto", elogió Walker. "Creo que tendrá un gran año para nosotros".
"Su swing luce realmente suelto", dijo el manager Clint Hurdle. "Está conectando muy bien la bola, utilizando la parte más grande del estadio. Lo que he visto de él me dice que física y mentalmente se encuentra en muy buen estado".
Hay que admitir que esa valoración es muy superficial debido a que Hurdle, quien arranca su segundo año al mando de los Piratas, sólo ha visto a Álvarez en un muy mal lugar.
Una molestia en el muslo derecho apenas a un mes de iniciada la campaña del 2011 eventualmente obligó a Álvarez a integrar la lista de lesionados el 20 de mayo, junto a su pobre promedio de bateo de .208. Entre su recuperación, rehabilitación y tiempo extra en Triple-A Indianápolis, el dominicano no regresó sino hasta el 25 de julio con los Piratas - el último día del equipo en la cima de la División Central de la Liga Nacional.
Entonces pareció como si le hubieran echado más leña al fuego: Mientras los Bucaneros se hundían, Álvarez hacía lo mismo con un pobre promedio de bateo de .173 (que a la postre le costó otro viaje a Indianápolis), con el doble de ponches (38) que de hits conectados y dos cuadrangulares y nueve remolques en 38 juegos, y los aficionados le hicieron saber de su mal paso.
"Sí, todo mundo parecía enfocarse en él. Fue injusto, muy injusto", expresó Walker. "Ofensivamente, ninguno de nosotros estaba contribuyendo. No hay razón para que los fanáticos le hayan echado toda la culpa a él".
No pasa nada, dijo Álvarez, suavemente.
"El año pasado fue muy difícil, lesiones- y nuestro desempeño en general", admitió. "Los fanáticos en Pittsburgh son los mejores de todo el béisbol. Son leales - el año pasado fue una prueba de ello. Todo lo que ellos piden es que todos nosotros demos el 100% en cada jugada.
"Sólo es cuestión de jugar duro y con dedicación. Es una gran ciudad para los deportes. Los equipos locales de fútbol americano y hockey han estado haciendo un buen papel, y ya es hora de que nosotros les demos una razón para celebrar".
Álvarez se comprometió el receso de temporada para darles a los aficionados justo eso, al menos lograr que vuelvan a ver al mismo joven tercera base que vieron en el 2010. Desde su debut en Grandes Ligas el 16 de junio, Álvarez se voló la barda en 16 ocasiones y produjo 64 carreras en los últimos 95 juegos de la temporada, mientras que bateó para .256. Para tratar de recuperar ese nivel, el dominicano pasó el invierno en el Sur de California bajo la estricta supervisión del agente Scott Boras, siguiendo una dieta balanceada y enfocándose en ejercicios de "flexibilidad, agilidad y fortalecimiento".
"Cuando juegas béisbol a este nivel debes mantener tus habilidades al máximo. Tu tarea es tratar de exhibir lo mejor de tus habilidades, de pulir todo lo que tienes, afinarlo todo, todo lo que puedas usar a tu favor que te ayude a sobresalir en este deporte".
"Va a ser un bateador de Grandes Ligas muy productivo", confió Huntington. "Estamos ansiosos por ver eso este año".
Se trata de mera casualidad, por supuesto, pero la temporada perdida de Álvarez coincidió con la ausencia de un ídolo quien ahora está de regreso en el escenario de Grandes Ligas. Habiendo crecido en el mismo barrio de Nueva York y compartiendo la misma nacionalidad, Álvarez no pudo evitar convertirse en un gran fan de Manny Ramírez.
El No. 24 que Álvarez porta en su uniforme con los Piratas fue escogido por una razón. Ese fue el número que Ramírez usó toda su carrera como ligamayorista hasta que llegó a Los Ángeles a mediados del 2008, portando con los Dodgers el No. 99.
"Todos los que vivieron ahí idolatran a Manny, incluyéndome a mí", destacó Álvarez sobre el barrio donde creció. "Hasta este día, Manny es uno de mis jugadores favoritos, y uno de los mejores bateadores que ha dado el béisbol. Para los que crecimos en su mismo barrio, esto es algo bien importante".
Ramírez se encuentra actualmente en los campos de entrenamiento de los Atléticos de Oakland en Arizona, con la esperanza de al menos duplicar lo hecho por su compatriota Sammy Sosa, quien luego de no ver acción en la campaña del 2006 reapareció en el 2007 para conectar 21 jonrones y producir 92 carreras para los Rangers.
Álvarez cree que Manny puede hacerlo.
"Jugadores como él no olvidan como jugar bien, y lo va a demostrar. Es como montar en bicicleta", concluyó Álvarez, preparándose para montar su propio espectáculo.
A menudo se habla del dominicano Pedro Álvarez como un jugador de impacto mayor, capaz de hacer la diferencia en un juego. Los otros pueden ayudan a llevar la carga, pero Álvarez es la clase de pelotero que puede definir un encuentro.
El crédito llega con el legado: Álvarez, nativo de República Dominicana pero criado en la ciudad de Nueva York, fue el segundo jugador tomado en el Draft amateur del 2008. Veintiún meses después de convertirse en profesional, Álvarez ya era parte del lineup de los Bucaneros y producía como un veterano, o al menos como el prodigio que era.
Después de un 2011 para el olvido, en el que se vino abajo igual que el resto de los Piratas, Álvarez es considerado como una pieza crucial para convertir a Pittsburgh en un equipo contendiente este 2012. Pero para evitar poner una carga injusta sobre los hombros del pelotero de 25 años de edad, nadie gritará eso a los cuatro vientos.
Como lo dijo el segunda base Neil Walker, "Todos somos igualmente importantes, aunque la forma en que (Álvarez) se perfila si hablamos de su habilidad para conectar jonrones probablemente le da un poco más de valor en términos de proyecciones".
Aun así, todos dejan la impresión de que debieran usar un babero cuando hablan sobre Álvarez, y es que babean demasiado.
"Pedro se encuentra en mucho mejor forma de la que tuvo el año pasado. Tiene la mejor forma física que le he visto desde agosto del 2009", destacó el gerente general Neal Huntington. "Físicamente está casi en la cima".
"Su swing luce muy bien -- muy compacto", elogió Walker. "Creo que tendrá un gran año para nosotros".
"Su swing luce realmente suelto", dijo el manager Clint Hurdle. "Está conectando muy bien la bola, utilizando la parte más grande del estadio. Lo que he visto de él me dice que física y mentalmente se encuentra en muy buen estado".
Hay que admitir que esa valoración es muy superficial debido a que Hurdle, quien arranca su segundo año al mando de los Piratas, sólo ha visto a Álvarez en un muy mal lugar.
Una molestia en el muslo derecho apenas a un mes de iniciada la campaña del 2011 eventualmente obligó a Álvarez a integrar la lista de lesionados el 20 de mayo, junto a su pobre promedio de bateo de .208. Entre su recuperación, rehabilitación y tiempo extra en Triple-A Indianápolis, el dominicano no regresó sino hasta el 25 de julio con los Piratas - el último día del equipo en la cima de la División Central de la Liga Nacional.
Entonces pareció como si le hubieran echado más leña al fuego: Mientras los Bucaneros se hundían, Álvarez hacía lo mismo con un pobre promedio de bateo de .173 (que a la postre le costó otro viaje a Indianápolis), con el doble de ponches (38) que de hits conectados y dos cuadrangulares y nueve remolques en 38 juegos, y los aficionados le hicieron saber de su mal paso.
"Sí, todo mundo parecía enfocarse en él. Fue injusto, muy injusto", expresó Walker. "Ofensivamente, ninguno de nosotros estaba contribuyendo. No hay razón para que los fanáticos le hayan echado toda la culpa a él".
No pasa nada, dijo Álvarez, suavemente.
"El año pasado fue muy difícil, lesiones- y nuestro desempeño en general", admitió. "Los fanáticos en Pittsburgh son los mejores de todo el béisbol. Son leales - el año pasado fue una prueba de ello. Todo lo que ellos piden es que todos nosotros demos el 100% en cada jugada.
"Sólo es cuestión de jugar duro y con dedicación. Es una gran ciudad para los deportes. Los equipos locales de fútbol americano y hockey han estado haciendo un buen papel, y ya es hora de que nosotros les demos una razón para celebrar".
Álvarez se comprometió el receso de temporada para darles a los aficionados justo eso, al menos lograr que vuelvan a ver al mismo joven tercera base que vieron en el 2010. Desde su debut en Grandes Ligas el 16 de junio, Álvarez se voló la barda en 16 ocasiones y produjo 64 carreras en los últimos 95 juegos de la temporada, mientras que bateó para .256. Para tratar de recuperar ese nivel, el dominicano pasó el invierno en el Sur de California bajo la estricta supervisión del agente Scott Boras, siguiendo una dieta balanceada y enfocándose en ejercicios de "flexibilidad, agilidad y fortalecimiento".
"Cuando juegas béisbol a este nivel debes mantener tus habilidades al máximo. Tu tarea es tratar de exhibir lo mejor de tus habilidades, de pulir todo lo que tienes, afinarlo todo, todo lo que puedas usar a tu favor que te ayude a sobresalir en este deporte".
"Va a ser un bateador de Grandes Ligas muy productivo", confió Huntington. "Estamos ansiosos por ver eso este año".
Se trata de mera casualidad, por supuesto, pero la temporada perdida de Álvarez coincidió con la ausencia de un ídolo quien ahora está de regreso en el escenario de Grandes Ligas. Habiendo crecido en el mismo barrio de Nueva York y compartiendo la misma nacionalidad, Álvarez no pudo evitar convertirse en un gran fan de Manny Ramírez.
El No. 24 que Álvarez porta en su uniforme con los Piratas fue escogido por una razón. Ese fue el número que Ramírez usó toda su carrera como ligamayorista hasta que llegó a Los Ángeles a mediados del 2008, portando con los Dodgers el No. 99.
"Todos los que vivieron ahí idolatran a Manny, incluyéndome a mí", destacó Álvarez sobre el barrio donde creció. "Hasta este día, Manny es uno de mis jugadores favoritos, y uno de los mejores bateadores que ha dado el béisbol. Para los que crecimos en su mismo barrio, esto es algo bien importante".
Ramírez se encuentra actualmente en los campos de entrenamiento de los Atléticos de Oakland en Arizona, con la esperanza de al menos duplicar lo hecho por su compatriota Sammy Sosa, quien luego de no ver acción en la campaña del 2006 reapareció en el 2007 para conectar 21 jonrones y producir 92 carreras para los Rangers.
Álvarez cree que Manny puede hacerlo.
"Jugadores como él no olvidan como jugar bien, y lo va a demostrar. Es como montar en bicicleta", concluyó Álvarez, preparándose para montar su propio espectáculo.
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