Albert Pujols es felicitado por sus compañeros tras su HR 500. (Pablo Martinez Monsivais/AP)
La Máquina ahora es un hombre. Pero momentos como éste nos recuerdan lo que alguna vez fue. Y lo que todavía puede llegar a ser.
Con un dulce swing de su bate en contra del lanzador de los Nacionales
Taylor Jordan en el quinto inning el martes, el dominicano
Albert Pujols
se convirtió en el 26to miembro del reconocido club de los 500
cuadrangulares y apenas el octavo jugador en alcanzar esa cifra a la
edad de 34 años. Este parece ser un buen momento para dejar de lado el
debate sobre su millonario contrato y simplemente admirar la clase de
hazaña que Pujols acaba de lograr.
Han pasado 13 años desde que aquel espigado joven dominicano debutó
en Grandes Ligas y tomó por sorpresa al mundo del béisbol. Recuerden que
no había un pronóstico razonable que podría haber presagiado lo que sin
duda se ha convertido en una carrera diga del Salón de la Fama. Aun
para los estándares del 2001, época en la cual nuestras potenciales
expectativas no eran ni la sombra de lo que hoy lo son y la explosión
ofensiva en Grandes Ligas todavía estaba en su apogeo, el rápido ascenso
de Pujols y la fácil adaptación al escenario del mejor béisbol del
mundo fue una maravilla. El toletero tuvo una línea ofensiva de
.329/.403/.610 en su temporada de novato con los Cardenales de San Luis.
Realmente la liga nunca antes había visto a un pelotero como él.
"Lo que este muchacho ha logrado", dijo Tony La Russa en 2001, "es el
mejor desempeño para cualquier pelotero de posición que yo haya visto".
Pujols había llegado proveniente del Maple Woods Community College
vía la República Dominicana. Se encontraba en el "patio trasero" de los
Reales de Kansas City, y ellos no lo escogieron en el draft. En dos
ocasiones.
Pero no se sientan mal, fanáticos de los Reales. Todas las
organizaciones de Grandes Ligas se brincaron a Pujols después de que
éste terminó la preparatoria, y los Cardenales apenas lo seleccionaron
de JUCO en la 13ra ronda del draft amateur de 1999.
Aunque apenas había disputado tres partidos por encima de Clase-A, el
desempeño de Pujols en los entrenamientos primaverales en 2001 fue tan
revelador que La Russa no tuvo otra opción mas que mantenerlo en el
roster del Día Inaugural, sin saber si el muchacho sobreviviría a la
primera serie del año, mucho menos a toda la campaña. Pero en el cuarto
partido de la temporada en el Chase Field, Pujols conectó tres hits en
cinco turnos al bate, incluyendo su primer jonrón - un cañonazo de dos
carreras en la 4ta entrada en contra del mexicano Armando Reynoso. Al
día siguiente se apuntó dos imparables más y otros dos en el último de
la serie, incluyendo un potente doblete que se estrelló en la barda del
jardín central en contra de un zurdo de nombre Randy Johnson.
Fue entonces cuando los Cardenales se dieron cuenta que tenían algo especial.
Fue entonces cuando el mundo del béisbol, en toda su extensión, tuvo su primera probadita de La Máquina.
A lo largo de la siguiente década, Pujols le arrebató a Barry Bonds
el título como el mejor pelotero del planeta, adjudicándose tres trofeos
de Jugador Más Valioso por la Liga Nacional. El cañonero compiló un
promedio de bateo de .328, un porcentaje de embasarse más slugging de
1.037 y 1,479 carreras anotadas. También produjo 1,329 carreras y
conectó 455 dobles. Recibió 251 bases por bolas intencionales.
Y sí, dio sus primeros 445 bambinazos.
A propósito, todos esos números fueron la cantidad más alta para
cualquier bateador que vio acción en cada uno de esos 11 años. Aunque
probablemente usted lo habría adivinado.
Lo que usted probablemente no habría adivinado fue qué tan rápido La
Máquina se transformaría en hombre con el uniforme de los Angelinos de
Anaheim.
Oh, seguro, esa última temporada con San Luis en el 2011 fue vista
como un paso atrás estadísticamente hablando, pero sólo ligeramente, y
una magistral muestra de poder en el escenario de la Serie Mundial
disminuyó de alguna manera cualquier debate acerca de su declive. Los
Angelinos le dieron un contrato por 10 años y $240 millones que fue
visto de manera universal como el padre de todos los riesgos, sobre todo
por el último tercio de éste, no el principio.
Aun si usted asume que Pujols sería un jugador diferente a partir de
sus 30 años de edad, el grado en que el cuerpo de Pujols lo traicionó en
sus primeras dos campañas con los Angelinos y el declive en sus números
que acompañaron su pase a la Liga Americana fue impresionante.
Ese es el aspecto desafortunado del lucrativo contrato que recibió - el mismo aspecto que el venezolano
Miguel Cabrera
seguramente enfrentará en un futuro no muy lejano. El contrato opaca
cualquier análisis o apreciación para lo que Pujols todavía está
logrando como jugador en esta segunda mitad de su carrera, porque se le
está pagando por lo que hizo, no por lo que vaya a hacer.
Pero el Pujols actual todavía puede aportar con el bate, y para
muestra está el gran inicio de temporada que está teniendo este 2014.
Los achaques en su rodilla y pie que mermaron su desempeño y su
fortaleza física se han ido, y Pujols finalmente ha sido capaz de entrar
en su propio juego, de ver acción de manera constante a la defensiva y,
sí, de demostrar que a sus 34 años de edad todavía es un bate de
respeto en la parte gruesa del lineup.
"No necesito demostrarle nada a nadie", manifestó recientemente.
"Esto no tiene que ver conmigo. Esto tiene que ver con el equipo. Si
esto tuviera que ver conmigo, no tendría dos anillos de Serie Mundial.
En lo que a marcas personales se refiere, 500 jonrones colocan a
Pujols en un club escasamente poblado de cañoneros. El número de
miembros aumentó de manera exponencial durante la llamada era de los
esteroides, y quizás eso tuvo un efecto negativo sobre la apreciación de
esta hazaña, de la misma manera que el exorbitante salario de Pujols
tiene la manera de desviar cualquier análisis sobre su desempeño.
Pero dejemos que este momento sirva como una celebración de un
trascendental período único de productividad que Pujols disfrutó del
2001 al 2011 y como un punto positivo en la actualidad para un pelotero
que poco a poco recupera su viejo swing y su estatus de élite.
La Máquina fue impresionante.
El hombre todavía tiene mucho que dar.