Terry Pendleton, Carlos Tosca, Brian Snitker y Fredi Gonzalez guardan minuto de silencio.
ATLANTA -- Un aficionado de toda la vida de los
Bravos de Atlanta,
que murió tras caer unos 25 metros (85 pies) en el estadio del equipo,
aguardaba en una zona de fumar a que amainara la lluvia y habló por
teléfono con su madre poco antes del percance.
Ronald Lee Homer Jr., de 30 años, acababa de decirle a su madre que la
lluvia empezaba a disminuir y que se preparaba para volver a su asiento
en el partido frente a los
Filis de Filadelfia.
Al menos cuatro testigos le dijeron a la policía que no había nadie
cerca de Homer cuando cayó por encima de un barandal en el cuarto piso
hasta un estacionamiento para peloteros.
"Dijo `te amo mamá', y yo le dije, `yo también te amo', y eso fue todo",
relató su madre, Connie Homer, en una entrevista el martes por la
mañana.
La policía dijo que la caída ocurrida alrededor de las 8:30 p.m. parece
un accidente y que no hay indicios de que alguien lo haya empujado. Un
informe dado a conocer el martes dice que Homer estaba inconsciente y no
respiraba cuando llegaron los paramédicos. Más tarde se certificó su
muerte en un hospital.
Los investigadores de la oficina forense del condado Fulton informaron
que Homer murió por las heridas traumáticas que sufrió al caer y que,
salvo esas, no tenía otras lesiones. Aún no se tienen los resultados de
los exámenes de toxicología.
La frecuencia de ese tipo de caídas en diversos lugares del país
--incluidas otras dos en Atlanta el año pasado-- obliga a preguntarse si
los estadios son lo suficientemente seguros. Una portavoz de los Bravos
no quiso hacer comentarios sobre las circunstancias en que ocurrió el
fallecimiento ni si se aplicarán cambios en las medidas de seguridad.
Connie Homer dijo que su hijo de 1,98 metros (seis pies y seis pulgadas)
de estatura seguía al equipo en las buenas y en las malas.
"No importaba si ganaban, perdían o lo que sea; siempre ha sido aficionado de los Bravos", señaló.
Homer, que siempre portaba una gorra del equipo de Atlanta, acudía a
tres o cuatro partidos al mes y veía todos los encuentros transmitidos
por televisión, dijo su padre, Ronald Homer.
"Esto nos va a doler el resto de nuestra vida", afirmó. "Es terrible
cuando pierdes un hijo, no sólo tu hijo sino también tu mejor amigo".
Homer creció en Conyers, Georgia, y en 2001 se graduó de la secundaria
Rockdale, donde participaba en la sociedad de alumnos. Era soltero,
tenía una hermana y se ganaba la vida haciendo labores de jardinería.
"Tenía un gran corazón, era una gran persona, muy respetuoso", dijo su madre.
Ninguno de los dos equipos ni la policía han dicho qué altura tiene el
barandal en el área del estadio donde Homer cayó, en la cual se permite
fumar. No había cámaras allí.
Connie Homer indicó que las autoridades no le han dicho qué pudo ocasionar la caída de su hijo.
"Nos pidieron que fuéramos al hospital y nos dijeron que había muerto", señaló. "Todo esto es surrealista".
Esta no es la primera caída mortal en este estadio.
En mayo de 2008, un hombre de 25 años sufrió heridas en la cabeza cuando
cayó por una escalera durante un partido en el Turner Field, y luego
murió. La policía determinó que estaba ebrio.
En agosto de 2012, un individuo de 20 años falleció al caer durante un
partido de fútbol americano. Las autoridades dijeron que el consumo de
alcohol también fue un factor en ese caso.
El mes siguiente, un hombre cayó unos 7,6 metros (25 pies) por una
escalera durante un encuentro de fútbol americano, pero no sufrió
heridas graves.
El Turner Field se convirtió en el hogar de los Bravos en 1997, un año después de ser sede de los Juegos Olímpicos de 1996.
El padre de Homer dijo que el estadio debería haber sido diseñado para prevenir que ocurran ese tipo de caídas.
"Me gustaría ver que el edificio se hubiera construido para prevenir que
algo como esto le ocurra a otra familia", afirmó. "Desde el principio
debió haber tenido un mejor diseño de ingeniería".