Aficionados, vendedores y directivos se ven afectados por la
incontrolable inflación del país que se ve reflejada en las entradas a
los estadios
Durante
el primer mes de la temporada, la asistencia promedio se redujo en 25%
en un estadio con capacidad para 25.000 espectadores
CARACAS,
Venezuela -- Los ruidosos juegos de béisbol en Venezuela, costeables y
llenos de cerveza, desde hace tiempo han sido el refugio de los
aficionados ante la creciente crisis económica del país.
Ahora, un incremento del cuádruple del costo en los boletos de
entrada ha representado un duro golpe al pasatiempo nacional. Este mes,
la temporada inició ante estadios a la mitad de su capacidad y con
peloteros que señalan que su dieta salarial diaria no es suficiente para
comprar un almuerzo.
Durante un reciente encuentro nocturno, los arraigados seguidores del
béisbol, que celebran lo que en Venezuela se define como la religión
nacional, ocuparon apenas una tercera parte del estadio en el centro de
Caracas.
La plaza de vendedores a las afueras del inmueble daba la sensación
de un pueblo fantasma, que ha marcado gran parte de la vida venezolana
mientras la nación comunista lidia con la mayor inflación del mundo y un
severo desabasto de artículos importados. Durante el primer mes de la
temporada, la asistencia promedio se redujo en 25% en el estadio con
capacidad para 25.000 espectadores.
"No es sólo el costo de la entrada, es todo el gasto que hace una
familia para su estancia durante el juego", dijo Luis Rojas, director
del Estadio Universitario de Caracas.
La
cerveza aumentó de 30 a 120 bolívares con respecto al final de la
temporada anterior en los estadios del beisbol invernal venezolano
Aunque la mayoría de los sudamericanos prefieren el fútbol, Venezuela
está loca por el béisbol. Ha exportado a la mayor cantidad de jugadores a
Grandes Ligas con la excepción de la República Dominicana, incluyendo a
varios que participan con los
Reales de Kansas City
en la Serie Mundial de esta semana. Durante el receso en las mayores,
peloteros de todos los niveles regresan al país para seguir jugando
pelota.
El hecho de que miles de venezolanos sigan dispuestos a pagar los
nuevos costos al estadio, de hasta 2.000 bolívares --una quinta parte
del salario mensual promedio-- es evidencia de su amor por el juego.
Un vendedor de cerveza fue abucheado durante su trayecto en el
graderío tras anunciar a los descontentos aficionados que el precio de
la botella de 300 mililitros (10 onzas) aumentó de 30 a 120 bolívares
con respecto al final de la temporada anterior, y las marcas más
populares ya no están a la venta.
"El año pasado mis zapatos costaban 2.000 bolívares y ahora cuestan 18.000", gritó de regreso a los consumidores.
Incluso aquellos aficionados a la cerveza que cuentan con los medios se están limitando.
El locutor de radio Daniel De La Cruz se ha limitado a dos botellas
de cerveza light por entrada, en lugar de ordenar la caja de 36 para él y
su esposa, como solía hacerlo.
"Este año tampoco me alcanzó para comprar un nuevo jersey", comentó.
"Aun así no puedes ver el juego por televisión. El béisbol es la vida
para los venezolanos".
Debajo de él, una pareja se sienta junta en una hilera vacía, al
decidir ahorrar dinero y dejar a los hijos en casa en lo que solía ser
una actividad familiar.
Afuera, el vendedor de camisetas Alexander Morales observa los
pasillos vacíos. Elude los estrictos controles monetarios de Venezuela
para comprar dólares en el mercado negro para importar su mercancía. Al
igual que el vendedor de cerveza, Morales también fue blanco de las
protestas de los aficionados debido al precio, que aumentó 500% con
respecto al año pasado. Dicha cifra es similar a la de otros productos
importados, como los alimentos especializados y los artículos
electrónicos, pero muy superior a las tasas en taxis y puestos
callejeros de comida.
"Creo en Dios, pero estos son tiempos apocalípticos", aseguró.
Oscar Prieto Párraga, presidente de la Liga Venezolana de Béisbol
Profesional, cree que la gente sobreestima la caída en asistencia y
asegura que él y otros directivos están haciendo lo posible para
mantener la sensación de normalidad para los aficionados ante la
inflación.
Un
boleto a un partido del beisbol invernal venezolano puede costar hasta
2.000 bolívares, una quinta parte del salario mensual promedio
Prieto Párraga señaló que la liga trabaja lo más que puede para brindar a los venezolanos el espectáculo que exigen.
"Este espectáculo está en el corazón de los venezolanos. Es un espectáculo extremadamente serio", subrayó.
Por muchos años, la incontrolable inflación del país parecía ajena al
béisbol. El año pasado, la asistencia se incrementó 5% en los estadios
de todo el país y la venta de boletos para el equipo de Caracas aumentó
3%.
Ahora, no sólo son los aficionados y vendedores los afectados. Los
directivos de los equipos batallan para alquilar autobuses, pagar las
habitaciones de hotel y proveer artículos básicos como vasos y papel de
baño, productos que a veces sólo pueden ser adquiridos en el mercado
negro.
El deporte en general ha comenzado a sufrir bajo el peso de los
crecientes problemas del país. Algunos reclutadores de Estados Unidos
aseguran que han sido ahuyentados por los requerimientos de visa que el
gobierno impuso este año ante las tensiones con Estados Unidos. Durante
la primavera (boreal), los Seattle Mariners se convirtieron en el más
reciente equipo de Grandes Ligas en cerrar su academia en el país.
Pese a todo, la atmósfera festiva reina entre el reducido número de
aficionados en el estadio de Caracas. Un sujeto mostró la gorra del
equipo rival y los abucheos y las burlas no se hicieron esperar, aunque
ya no hubo el acostumbrado baño de cerveza. Ya es muy caro. Pero la
banda de samba sigue tocando después de cada jugada.
Conforme avanza el juego, los aficionados comienzan a corear, como lo
han hecho durante años: "¡Este gobierno va a caer! ¡Y va a caer, y va a
caer....!"