NUEVA YORK -- Aquel 15 de abril, cuando un par de
bombas caseras estallaron cerca de la meta del maratón de Boston dejando
un saldo de tres muertos y al menos 260 heridos,
David Ortiz
se encontraba en Pawtucket, la localidad a casi a una hora de la ciudad
y en donde la filial de Triple A de los Medias Rojas tiene su sede.
Al sábado siguiente, cinco días después, Ortiz saldría al terreno del
Fenway Park para su debut en la temporada tras recuperarse de una
lesión en el talón del pie derecho. No habían transcurrido siquiera 24
horas desde la captura del segundo de los dos supuestos autores de los
atentados, cuya persecución había provocado que la población de Boston
se encerrara en sus viviendas.
Seis meses después, a unas pocas cuadras de donde se produjo la
tragedia, el bateador designado conocido con el apodo de "Big Papi" era
proclamado como el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial.
En el interín, Ortiz asumió su condición de líder del equipo. Más
allá de su superlativo desempeño con el madero, el dominicano levantó la
voz. No una, sino dos veces.
La primera fue en el primer juego en el Fenway Park tras los
atentados, con un discurso desafiante --transmitido en vivo por
televisión-- que resumió el sentir de la gente de Boston: "¡Esta es
nuestra... ciudad!".
Los Medias Rojas emprenderían la marcha rumbo a la conquista de su
tercer campeonato desde 2004, completando una sensacional giro luego que
en una tumultuosa campaña previa quedaron últimos en su división al
perder 93 juegos y despidieron al mánager Bobby Valentine tras apenas un
año.
Otra intervención suya sería fundamental para levantar el ánimo de
sus compañeros cuando parecían a la deriva ante los Cardenales de San
Luis en el cuarto juego del Clásico de Octubre.
Con San Luis arriba 2-1 en la serie y el partido empatado 1-1 tras
cinco innings, Ortiz arengó a todos sus compañeros en la cueva del
estadio de San Luis: "No todos los días podemos estar en esto. Vamos a
relajarnos y a jugar como sabemos", exclamó en el episodio grabado por
las cámaras.
Posteriormente,
Jonny Gomes
bateó un jonrón de tres carreras que marcó el punto de inflexión de la
Serie Mundial. Boston no volvería a encontrarse en desventaja hasta
disfrutar la conquista de un título en su propio estadio, algo que no
había ocurrido en 95 años.
"Le decimos `Cooperstown'. Cuando él habla, nosotros prestamos atención", dijo
Clay Buchholz, abridor de los Medias Rojas.
Ortiz, quien de tímido no tiene un pelo, lo sabe. "Yo soy el que da los palos aquí", llego a decir durante su magnífico octubre.
Palos como el jonrón con las bases llenas en el segundo juego de la
serie de campeonato de la Liga Americana ante los Tigres de Detroit, un
batazo que empató 5-5 el partido y que produjo la icónica imagen del
jardinero
Torii Hunter cayendo de bruces en el bullpen del Fenway Park y el policía Steve Horgan levantando los brazos en señal de victoria.
El talento para la oratoria de Ortiz indica que tal vez tenga futuro
como político en el estado de Massachusetts. ¿Senador o gobernador? No
suena mal.
Pero lo esencial es que en este 2013 cargó a un inesperado campeonato, que él mismo catalogó como su favorito entre los tres.
Los Medias Rojas revirtieron el desastre del año previo con un nuevo
piloto (John Farrell), se desprendieron de jugadores que no cuajaron en
su seno (Adrián González y
Carl Crawford) y adquirieron a un diverso pelotón de agentes libres (
Mike Napoli,
Shane Victorino,
Stephen Drew y
Koji Uehara). Dejarse crecer las barbas fue su cábala y símbolo de unidad.
Ortiz fue el único que bateó más de 25 jonrones dentro de un equipo
en que nadie emergió con credenciales de candidato al Más Valioso o el
Cy Young de la Liga Americana. Pero los Medias Rojas encabezaron su
circuito en carreras anotadas y sus lanzadores registraron el segundo
mejor promedio de efectividad.
Enfocado en triturar rectas, el zurdo bateó para .688 en la Serie
Mundial, al conectar 11 hits en 16 turnos, así como ocho boletos. Su OPS
de 1.948 fue el segundo más alto en la historia del clásico entre
bateadores con al menos 25 apariciones al plato.
Y otro detalle: es el primer jugador que no formó parte de los
Yanquis que consigue tres anillos de campeón de la Serie Mundial en los
últimos 30 años. También es el primero que lo hace en el uniforme de los
Medias Rojas desde que un puñado de peloteros lo lograra cuando Boston
obtuvo cuatro entre 1912-18.
"Este fue un equipo con más corazón", dijo Ortiz. "Es posible que
este equipo no tuvo la clase de talento de los equipos que ganaron en
2007 y 2004, pero estos fueron jugadores que hacían de todo, sin
importar el tipo de trabajo".