BARCELONA. Messi. Balón al suelo. Falta. Silencio y expectación. Disparo y gol. Inasequible al desaliento, Leo certificó la primera remontada del Barça desde el mes de febrero. Lideró a un equipo tocado por la fatalidad pero que sobrevivió. Y que sigue, aunque sea por los pelos, agarrado al milagro de la Liga.
La justicia del fútbol suele acudir al auxilio de quien la busca y el Barça, herido como no se recordaba, la encontró cuando la crisis se aventuraba definitiva en el Camp Nou. Vencía el Athletic, salvado por la excepcional actuación de Gorka Iraizoz, cuando al borde del precipicio el equipo de Martino resurgió.
Acumuló tanta fatalidad en los últimos días este Barça que en cuanto Aduritz adelantó al Ahletic se temió un nuevo capítulo en el peor derrumbe de los últimos años. Desconectado en sus líneas, con un Song tan luchador como desafortunado con el balón en su poder, el partido transcurrió en su mayor parte como una lucha sin demasiado sentido.
Los palos salvaron primero al Barça y después al Athletic, antes de que Gorka escupiera hasta tres remates de gol que envalentonaron al campeón, herido pero orgulloso y decidido a no dejarse ir.
La segunda mitad fue la que varió todos los escenarios. Y lo hizo de la manera más irónica. Primero marcó el equipo de Valverde, tras una nueva pérdida de Song que no solucionó Bartra para que Aduritz no perdonase con un disparo suave que superó la estirada de Pinto, y cuando los nervios empezaban a hacerse evidentes en la grada, fue cuando acudió el milagro.
Silbado sin disimulo entró Cesc en el campo por Xavi y discutido hasta el momento fue Alves quien empezó a dar forma a la remontada llevándose un balón por su banda para ceder el balón a Alexis, cuyo disparo desviado encontró a Pedro, siempre atento, para que el canario igualase el marcador.
Apenas pasaron tres minutos antes de que Messi, el hombre de la noche por muchos motivos, recibiera una falta al borde del área. Y con maestría, engañando a todo el mundo con su disparo, le dio la vuelta al marcador.
El talento de Leo fue el que salvó los muebles en una de las noches que más se temían en el universo azulgrana. Hubo pañuelos, tímidos pero visibles, cuando el Athletic se adelantó en el marcador. Y rumores de protesta cuando con el 0-1 el equipo de Valverde bordeó el segundo
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