Pero para esa nueva marca primero hubo mucho trabajo que hacer. Porque Li comenzó con mucha agresividad, quebrando de arranque y salvando cinco break points a puro winner y saque ganador.
Así, la china quedó 5-2 al frente, con doble quiebre y un panorama inmejorable para hacerse con el primer set. Pero la estadounidense volvió a mostrar reacción, como ante Maria Sharapova (empezó 1-4) y luego ya se adueño del partido.
En concreto, Li poco pudo hacer en 5-2, pero en 5-4 fue por su chance y tuvo un set point a favor. Lo frustró un enorme revés paralelo de Serena. Y ya no habría otra oportunidad semejante. Poco después, la norteamericana sellaba su segundo quiebre en fila y sacaba para tomar ventaja (6-5) por primera vez en el partido.
Sirviendo ahora para no ceder la manga, Li trastabilló, desaprovechó cuatro chances para cerrar el juego y dejó que los nervios la traicionaran, frenando uno de esos game points para pedir challenge y encontrar que el tiro de Serena había picado claramente adentro.
Seis deuces después, el game más largo del primer parcial encontró el puño apretado de Serena, que facturó en su tercer set point y ya no soltó las riendas del encuentro.
Hasta allí, el trámite había sido parejo, con tramos de dominio repartido y estadísticas comunes. En el segundo capítulo, la N°1 cosechó el triple de tiros ganadores, la mitad de los errores no forzados y no debió afrontar ningún punto de quiebre.
De esa forma, Serena se abrió paso a su 59° título a nivel WTA y, lo dicho, séptimo en Miami, donde ya había festejado en 2002, 2003, 2004, 2007, 2008 y 2013. Para Li, se trató de su primera definición en Key Biscayne y tercera del año, luego de los títulos en Shenzhen y el Abierto de Australia.
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