Los receptores nunca descansan. Día a día están en cuclillas detrás del plato, son
los peloteros que más se desgastan en el terreno, jugando indiscutiblemente en la posición más dura del béisbol.
Se necesita de un pelotero especial para ser un cátcher, vestir las herramientas de la ignorancia, y aun así aguantar los golpes y el desgaste físico jornada tras jornada. Encargarse de manejar al cuerpo de pitcheo es la prioridad No. 1, con el resto de los requisitos en el fondo de la lista. Pero si el tipo resulta ser un gran bateador, y también posee un gran brazo, piernas rápidas e inteligencia, entonces estamos hablando de un auténtico jugador franquicia.
El boricua de San Luis, Yadier Molina, es el más reciente cátcher en convertirse en la cara de la franquicia, firmando una extensión de contrato de cinco años y $75 millones con los Cardenales la semana pasada.
"Consideramos a Yadier en la categoría de jugador franquicia", dijo el propietario de los Cardenales, Bill DeWitt Jr. "El éxito que este club ha tenido desde el 2005 no hubiera sido posible sin sus contribuciones".
Ser un jugador franquicia es un logro por sí solo, pero ganar esa cantidad de dinero y seguridad es raro para un receptor.
El contrato de Molina lo convirtió en el tercer receptor mejor pagado en la historia de Grandes Ligas detrás del cátcher de Minnesota Joe Mauer, quien firmó por ocho temporadas y $185 millones con los Mellizos en 2010, y el retirado Mike Piazza, quien obtuvo un contrato por siete años y $91 millones con los Mets en 1999.
Ningún otro receptor ha estado cerca de ganar estas cantidades, aunque algunos de ellos han percibido buenos sueldos.
El también boricua Iván Rodríguez y Jason Varitek firmaron cada uno tratos por cuatro años y $40 millones con los Tigres y Medias Rojas, respectivamente, en 2004. El puertorriqueño Jorge Posada obtuvo un millonario contrato en el 2007, firmando por cuatro años y $52 millones con los Yankees.
Lo más difícil para los receptores en el pasado ha sido asegurar contratos a largo plazo. Aparte de Mauer y Piazza, solamente Jason Kendall (extensión de seis años y $60 millones con los Piratas en el 2000) y Brian McCann (extensión de seis años y $27.8 millones con los Bravos en el 2007) recibieron contratos por más de cinco años -- aunque Kansas City acaba de firmar al receptor venezolano de 21 años, Salvador Pérez, a un contrato por cinco años con tres opciones del club en febrero pasado.
El razonamiento detrás de la extraña falta de grandes contratos para los receptores es simple.
El desgaste físico y mental por el que los cátchers pasan juego tras juego es insuperable en el béisbol. Debido a eso, la mayoría de ellos sólo ven acción entre 120 y 140 juegos - otra razón para la falta de contratos con cifras de nueve dígitos. A eso agréguenle la siempre presente posibilidad de un encontronazo en el plato - suceso que podría acortar una temporada o incluso terminar con una carrera entera - y otorgarle un millonario contrato a largo plazo a receptores es un volado.
Como sucede con cualquier posición, los equipos simplemente tienen que identificar a jugadores que ellos piensan son una buena inversión.
"Los contratos a largo plazo siempre llevan algo de riesgo", manifestó el gerente general de los Reales, Dayton Moore, tras firmar por cinco temporadas a Pérez, quien apenas debutó en Grandes Ligas el año pasado. "¿Al final este jugador producirá y se desempeñará como nosotros queremos a lo largo de su contrato? Creemos que Salvy lo hará. ¿Permanecerá sano? Bueno, tiene apenas 21 años de edad, es físicamente muy fuerte y trabaja bien duro".
El contrato de Pérez podría convertirse eventualmente en una ganga para Kansas City como sucedió con McCann, quien después de firmar por seis años y $27.8 millones antes de la campaña del 2007, ha demostrado tener un valor mucho mayor al convertirse en uno de los mejores receptores de Grandes Ligas, con seis participaciones en el Juego de Estrellas y cinco Bates de Plata vistiendo la playera de los Bravos.
McCann todavía podría agenciarse un contrato como el de Molina si se convierte en agente libre después de la temporada del 2013 a la edad de 29 años - misma edad de Molina actualmente - pero seguramente abundarán las interrogantes sobre su rendimiento a una mayor edad. El cátcher de los Rangers Mike Napoli, quien puede convertirse en agente libre después de esta campaña a la edad de 31 años, podría verse en una posición similar si repite sus números del 2011, que incluyeron 30 jonrones y un promedio de bateo de .320.
En los próximos años, un grupo de jóvenes y talentosos receptores podían todos tener el potencial para seguir los pasos de Molina y agenciarse contratos millonarios, o hacer lo que McCann y Pérez hicieron y firmar contratos a largo plazo por menos dinero.
Matt Wieters de los Orioles (elegible para la agencia libre después de la temporada del 2016) viene de tener un año en el que participó en el Juego de Estrellas y ganó el Guante de Oro, Buster Posey de los Gigantes (2017) ya tiene un anillo de Serie Mundial y fue Novato del Año - aunque aún está por verse si podrá recuperarse totalmente de su aparatosa lesión en la pierna.
El dominicano de los Indios Carlos Santana (2018) es uno de los mejores receptores jóvenes en la Liga Americana ahora mismo, y el venezolano Miguel Montero de los D-backs -miembro del Juego de Estrellas en 2011- estaba negociando un contrato a largo plazo con Arizona hasta que las pláticas se suspendieron el mes pasado.
La reciente firma de Molina, junto a un grupo de extraordinarios cátchers quienes pronto podrían ir en busca de grandes pactos, podría presagiar el comienzo de una era en la que los receptores sean acreedores de largos y millonarios contratos que usualmente han sido reservados para peloteros en otras posiciones.
El boricua de San Luis, Yadier Molina, es el más reciente cátcher en convertirse en la cara de la franquicia, firmando una extensión de contrato de cinco años y $75 millones con los Cardenales la semana pasada.
"Consideramos a Yadier en la categoría de jugador franquicia", dijo el propietario de los Cardenales, Bill DeWitt Jr. "El éxito que este club ha tenido desde el 2005 no hubiera sido posible sin sus contribuciones".
Ser un jugador franquicia es un logro por sí solo, pero ganar esa cantidad de dinero y seguridad es raro para un receptor.
El contrato de Molina lo convirtió en el tercer receptor mejor pagado en la historia de Grandes Ligas detrás del cátcher de Minnesota Joe Mauer, quien firmó por ocho temporadas y $185 millones con los Mellizos en 2010, y el retirado Mike Piazza, quien obtuvo un contrato por siete años y $91 millones con los Mets en 1999.
Ningún otro receptor ha estado cerca de ganar estas cantidades, aunque algunos de ellos han percibido buenos sueldos.
El también boricua Iván Rodríguez y Jason Varitek firmaron cada uno tratos por cuatro años y $40 millones con los Tigres y Medias Rojas, respectivamente, en 2004. El puertorriqueño Jorge Posada obtuvo un millonario contrato en el 2007, firmando por cuatro años y $52 millones con los Yankees.
Lo más difícil para los receptores en el pasado ha sido asegurar contratos a largo plazo. Aparte de Mauer y Piazza, solamente Jason Kendall (extensión de seis años y $60 millones con los Piratas en el 2000) y Brian McCann (extensión de seis años y $27.8 millones con los Bravos en el 2007) recibieron contratos por más de cinco años -- aunque Kansas City acaba de firmar al receptor venezolano de 21 años, Salvador Pérez, a un contrato por cinco años con tres opciones del club en febrero pasado.
El razonamiento detrás de la extraña falta de grandes contratos para los receptores es simple.
El desgaste físico y mental por el que los cátchers pasan juego tras juego es insuperable en el béisbol. Debido a eso, la mayoría de ellos sólo ven acción entre 120 y 140 juegos - otra razón para la falta de contratos con cifras de nueve dígitos. A eso agréguenle la siempre presente posibilidad de un encontronazo en el plato - suceso que podría acortar una temporada o incluso terminar con una carrera entera - y otorgarle un millonario contrato a largo plazo a receptores es un volado.
Como sucede con cualquier posición, los equipos simplemente tienen que identificar a jugadores que ellos piensan son una buena inversión.
"Los contratos a largo plazo siempre llevan algo de riesgo", manifestó el gerente general de los Reales, Dayton Moore, tras firmar por cinco temporadas a Pérez, quien apenas debutó en Grandes Ligas el año pasado. "¿Al final este jugador producirá y se desempeñará como nosotros queremos a lo largo de su contrato? Creemos que Salvy lo hará. ¿Permanecerá sano? Bueno, tiene apenas 21 años de edad, es físicamente muy fuerte y trabaja bien duro".
El contrato de Pérez podría convertirse eventualmente en una ganga para Kansas City como sucedió con McCann, quien después de firmar por seis años y $27.8 millones antes de la campaña del 2007, ha demostrado tener un valor mucho mayor al convertirse en uno de los mejores receptores de Grandes Ligas, con seis participaciones en el Juego de Estrellas y cinco Bates de Plata vistiendo la playera de los Bravos.
McCann todavía podría agenciarse un contrato como el de Molina si se convierte en agente libre después de la temporada del 2013 a la edad de 29 años - misma edad de Molina actualmente - pero seguramente abundarán las interrogantes sobre su rendimiento a una mayor edad. El cátcher de los Rangers Mike Napoli, quien puede convertirse en agente libre después de esta campaña a la edad de 31 años, podría verse en una posición similar si repite sus números del 2011, que incluyeron 30 jonrones y un promedio de bateo de .320.
En los próximos años, un grupo de jóvenes y talentosos receptores podían todos tener el potencial para seguir los pasos de Molina y agenciarse contratos millonarios, o hacer lo que McCann y Pérez hicieron y firmar contratos a largo plazo por menos dinero.
Matt Wieters de los Orioles (elegible para la agencia libre después de la temporada del 2016) viene de tener un año en el que participó en el Juego de Estrellas y ganó el Guante de Oro, Buster Posey de los Gigantes (2017) ya tiene un anillo de Serie Mundial y fue Novato del Año - aunque aún está por verse si podrá recuperarse totalmente de su aparatosa lesión en la pierna.
El dominicano de los Indios Carlos Santana (2018) es uno de los mejores receptores jóvenes en la Liga Americana ahora mismo, y el venezolano Miguel Montero de los D-backs -miembro del Juego de Estrellas en 2011- estaba negociando un contrato a largo plazo con Arizona hasta que las pláticas se suspendieron el mes pasado.
La reciente firma de Molina, junto a un grupo de extraordinarios cátchers quienes pronto podrían ir en busca de grandes pactos, podría presagiar el comienzo de una era en la que los receptores sean acreedores de largos y millonarios contratos que usualmente han sido reservados para peloteros en otras posiciones.
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