SANTO DOMINGO - Dos figuras legendarias de los Tigres del Licey y un extranjero que en poco más de una semana como refuerzo dejó grabado su nombre en el recuerdo de la afición azul, serán exaltados este sábado 11 de febrero al Salón de la Fama del Béisbol Latino.
Se trata de Guayubín Olivo, el más grande lanzador zurdo en la historia del béisbol invernal dominicano; el ingeniero Monchín Pichardo, el más trascendente presidente del Club Atlético Licey en la historia de la Liga Dominicana de Béisbol; y el cubano Tony Oliva, serán elevados a la inmortalidad deportiva en el ceremonial pautado para comenzar a las 8:00 de la noche en el majestuoso anfiteatro de Altos de Chavón, en La Romana.
Olivo, Pichardo y Oliva recibirán el reconocimiento sempiterno en la tercera exaltación, en una clase que incluye a grandes figuras latinoamericanas que brillaron en Grandes Ligas, como el gran receptor nativo Tony Peña en sus días de activo y luego como dirigente.
También incluye al segunda base Jesús Marcano -Manny- Trillo, de Venezuela; el jardinero Bernie Williams, de Puerto Rico; al también guardabosques Benjamín Oglivie, de Panamá; el tercera base Aurelio Rodrìguez, de México; y al lanzador Luís -Tite- Arroyo, de Puerto Rico.
El Premio Tom LaSorda, con el que se reconoce a una figura no latina por sus aportes al béisbol de la región, será otorgado a Pat Gillick, ex ejecutivo de Grandes Ligas, en especial con los Azulejos de Toronto. LaSorda fue otra figura que dirigió cuatros años seguidos al Licey, ganó dos coronas nacionales y una Serie del Caribe.
Diómedes "Guayubín" Olivo, también denominado como "La Montaña Noroestana" fue un lanzador zurdo que lanzó durante las primeras 11 temporada de la Liga Dominicana (1951, hasta 1963-64). Falleció pocos años después de su retiro.
Tiene el récord de juegos ganados en la Liga Dominicana con 86, mejor promedio de ganados y perdidos con .652, juegos completos con 70, ponches propinados por vida (742) y en una temporada 160. Su efectividad por vida es 2.11 en 1,166.1 entradas lanzadas, superado sólo por el inmortal Juan Marichal (1.87 en 557.1 actos).
Fue el primero en lanzar juego sin hit ni carrera en la Liga. Arribó tarde a las Grandes Ligas -por motivos de la barrera racial- pasados los 40 años de edad, lo cual demuestra el gran talento que lo acompañó y lo inmenso de sus actuaciones en todos los circuitos en que lanzó.
El ingeniero Domingo Ernesto -Monchín- Pichardo presidió al Licey durante 22 años desde 1965 -sin pausa desde 1974 a 1992- y es responsable de nueve entre 20 coronas nacionales del conjunto desde 1951, y de seis títulos en la Serie del Caribe desde 1970, de los 10 que cuente la organización azul, reina en estos clásicos.
Bajo la tutela presidencial del fenecido ejecutivo, condujo al metileno a estrechar excelentes relaciones las organizaciones de Grandes Ligas Dodgers de Los Ángeles, Cardenales de San Luís y Atléticos de Oakland, que les rindieron grandes dividendos. Fue de los ideólogos del resurgimiento en 1970 de la Serie del Caribe y de sus principales sustentantes.
Su hijo, el médico Domingo Pichardo Peña, miembro del cuerpo directivo actual del Club Atlético Licey, recibirá el galardón correspondiente en el ceremonial de Altos de Chavón.
Tony Oliva jugó como refuerzo del Licey en la Serie Final de 1963-64 y solo con esa actuación se hizo recordar por siempre por la fanaticada del bengalí, la más grande de equipo alguno en el país.
El cubano motorizó la primera victoria, en una jugada de corrido y bateo. Con su meteórica velocidad, instinto y seguimiento de la jugada, anotó desde primera base con un sencillo, lo que asombró a todos y despertó al monstruo.
Con esa victoria en el estadio Quisqueya de Santo Domingo, el Licey comenzó una remontada histórica de cinco consecutivas contra las Águilas Cibaeñas, que en Santiago habían ganado los tres primeros juegos de la Final de 1964.
Esta hazaña se mantiene como récord de la Liga, de ser el único que en una final, al mejor en nueve, pierde los tres primeros choques y gana los siguientes cinco. Junto a Oliva fueron héroes de esa gesta, Manuel Mota, Pedro González, Guayubín Olivo, el también cubano Miguelito De la Hoz, José Vidal Nicolás, Elvio Jiménez, entre otros.
Olivo, Pichardo y Oliva recibirán el reconocimiento sempiterno en la tercera exaltación, en una clase que incluye a grandes figuras latinoamericanas que brillaron en Grandes Ligas, como el gran receptor nativo Tony Peña en sus días de activo y luego como dirigente.
También incluye al segunda base Jesús Marcano -Manny- Trillo, de Venezuela; el jardinero Bernie Williams, de Puerto Rico; al también guardabosques Benjamín Oglivie, de Panamá; el tercera base Aurelio Rodrìguez, de México; y al lanzador Luís -Tite- Arroyo, de Puerto Rico.
El Premio Tom LaSorda, con el que se reconoce a una figura no latina por sus aportes al béisbol de la región, será otorgado a Pat Gillick, ex ejecutivo de Grandes Ligas, en especial con los Azulejos de Toronto. LaSorda fue otra figura que dirigió cuatros años seguidos al Licey, ganó dos coronas nacionales y una Serie del Caribe.
Diómedes "Guayubín" Olivo, también denominado como "La Montaña Noroestana" fue un lanzador zurdo que lanzó durante las primeras 11 temporada de la Liga Dominicana (1951, hasta 1963-64). Falleció pocos años después de su retiro.
Tiene el récord de juegos ganados en la Liga Dominicana con 86, mejor promedio de ganados y perdidos con .652, juegos completos con 70, ponches propinados por vida (742) y en una temporada 160. Su efectividad por vida es 2.11 en 1,166.1 entradas lanzadas, superado sólo por el inmortal Juan Marichal (1.87 en 557.1 actos).
Fue el primero en lanzar juego sin hit ni carrera en la Liga. Arribó tarde a las Grandes Ligas -por motivos de la barrera racial- pasados los 40 años de edad, lo cual demuestra el gran talento que lo acompañó y lo inmenso de sus actuaciones en todos los circuitos en que lanzó.
El ingeniero Domingo Ernesto -Monchín- Pichardo presidió al Licey durante 22 años desde 1965 -sin pausa desde 1974 a 1992- y es responsable de nueve entre 20 coronas nacionales del conjunto desde 1951, y de seis títulos en la Serie del Caribe desde 1970, de los 10 que cuente la organización azul, reina en estos clásicos.
Bajo la tutela presidencial del fenecido ejecutivo, condujo al metileno a estrechar excelentes relaciones las organizaciones de Grandes Ligas Dodgers de Los Ángeles, Cardenales de San Luís y Atléticos de Oakland, que les rindieron grandes dividendos. Fue de los ideólogos del resurgimiento en 1970 de la Serie del Caribe y de sus principales sustentantes.
Su hijo, el médico Domingo Pichardo Peña, miembro del cuerpo directivo actual del Club Atlético Licey, recibirá el galardón correspondiente en el ceremonial de Altos de Chavón.
Tony Oliva jugó como refuerzo del Licey en la Serie Final de 1963-64 y solo con esa actuación se hizo recordar por siempre por la fanaticada del bengalí, la más grande de equipo alguno en el país.
El cubano motorizó la primera victoria, en una jugada de corrido y bateo. Con su meteórica velocidad, instinto y seguimiento de la jugada, anotó desde primera base con un sencillo, lo que asombró a todos y despertó al monstruo.
Con esa victoria en el estadio Quisqueya de Santo Domingo, el Licey comenzó una remontada histórica de cinco consecutivas contra las Águilas Cibaeñas, que en Santiago habían ganado los tres primeros juegos de la Final de 1964.
Esta hazaña se mantiene como récord de la Liga, de ser el único que en una final, al mejor en nueve, pierde los tres primeros choques y gana los siguientes cinco. Junto a Oliva fueron héroes de esa gesta, Manuel Mota, Pedro González, Guayubín Olivo, el también cubano Miguelito De la Hoz, José Vidal Nicolás, Elvio Jiménez, entre otros.
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