NUEVA YORK -- Había ofertas de otros clubes sobre la mesa, pero Jorge Posada nunca las tomó en serio.
Apenas completó su 17ma temporada con los Yanquis de Nueva York, Posada entendió que lo apropiado era retirarse con el único equipo que tuvo a lo largo de una ilustre trayectoria en las Grandes Ligas.
Acompañado por su esposa y dos hijos, además de cinco trofeos de la Serie Mundial en la mesa, el receptor puertorriqueño anunció el martes su adiós al béisbol profesional.
"Fue una decisión totalmente mía. Cuando se acabó la pasada temporada, sabía que no iba a volver a jugar", dijo Posada, con la voz entrecortada y apenas conteniendo las lágrimas. "Me llegaron ofertas de otros equipos, pero mi corazón y cabeza me decían que había llegado el final".
Posada, de 40 años, le puso punto final a su carrera en Grandes Ligas tras 17 campaña, todas con los Yanquis.
Al comenzar la lectura de una nota de despedida, Posada citó una frase de Joe DiMaggio, que el equipo tiene a la salida de su vestuario: "Quiero darle las gracias a Dios por convertirme en un Yanqui".
"No podía tener otro uniforme", añadió Posada. "Siempre seré un Yanqui".
Se despide con promedio de .273, 275 jonrones y 1.065 remolcadas, números que apuntalan fuertes posibilidades de ser considerado para ingresar al Salón de Fama cuando dentro de cinco años sea elegible por primera vez.
Hijo de un buscador de talentos, Posada fue reclutado por los Yanquis en la 24ta ronda del draft de 1990. Inicialmente, jugaba como segunda base, pero le convencieron que probara detrás del plato.
"La mejor decisión que pude tomar", indicó Posada.
Debutó en las mayores el 4 de septiembre de 1995 como parte de un núcleo de cinco jugadores de los Yanquis --completado por Derek Jeter, Mariano Rivera, Bernie Williams y Andy Pettitte-- que surgieron desde sus propias filas y que fue fundamental para la conquista de cuatro títulos de la Serie Mundial en cinco temporadas entre 1996 y 2000. Posada no jugó en la postemporada de 1996, pero actuó en ocho partidos de la campaña regular de ese año.
Con los retiros del también boricua Williams, Pettitte y ahora de Posada, Jeter (37 años) y el panameño Rivera (42) quedan como los dos sobrevivientes del quinteto.
Jeter y Rivera estuvieron presentes en la rueda de prensa en la que Posada hizo su anuncio oficial.
Su decisión de retirarse se produjo tras un 2011 en el que tuvo que ceder su puesto detrás del plato para convertirse en bateador designado y en turnos como zurdo.
El cambio de tarea fue difícil y su producción sufrió un declive pronunciado al inicio de la campaña. Tocó fondo el 14 de mayo, cuando Posada le pidió al manager Joe Girardi le sacara de la alineación cuando vio que lo habían colocado como noveno en el orden ofensivo.
Posada, sin embargo, no se amilanó y levantó sus números e incluso fue uno de los pocos bateadores que se destacaron en la postemporada al conectar seis hits y conseguir cuatro boletos en 14 turnos al ser eliminados por los Tigres de Detroit.
Fue al final del quinto y último juego de esa serie ante Detroit que Posada tenía claro que su carrera con el único equipo que conoció había alcanzado su último momento: rompió a llorar y se fue sin poder hablar.
Su esposa Laura describió el proceso de tomar la decisión.
"En el último año siempre le decía a Jorge: 'disfruta cada momento, no te desesperes, relájate. Este puede ser tu último out, tu último día, la última vez que te pongas el uniforme, no tienes que probar nada'. Fue difícil cuando acabó la temporada, ahí me dijo que ya no quería jugar. '¿Estás seguro, seguro?' 'Sí, estoy seguro'".
Durante la rueda de prensa, Posada se dirigió a Jeter --su padrino de boda-- y Rivera.
A Jeter le dijo: "Espero que no me extrañen mucho".
Y a Rivera le indicó: "Hermano, mucho de lo que logré te lo debo a tí".
Otro momento emotivo fue cuando Diana Munson, la viuda del legendario catcher Thurman Munson, se refirió a cómo volvió a interesarse en el béisbol gracias a Posada.
"Desde el primer día que le conocí supe que era alguien especial. Tenía las cualidades que Thurman, un estilo de jugar con tenacidad y dándole todo", dijo la viuda. "Creo que él y Thurman hubiesen sido muy buenos amigos".
Posada siempre tuvo en su casillero una foto de Munson con una cita del receptor que murió en un accidente de aviación en 1979.
¿Qué decía la frase de Munson? "Me gusta batear cuarto y me gustar un buen promedio de bateo. Pero lo que hago todos los días detrás del plato es mucho más importante porque incide en mucha más gente y en muchísimos aspectos del juego".
Rivera afirmó que el equipo le echará de menos: "Aparte de verlo sentado a mi lado, lo que más voy a extrañar es la pasión, la dedicación, la determinación, el enfoque que tenía. Eso va ser muy importante para nosotros no olvidarlo", sostuvo el cerrador.
Posada no fue específico en cuanto a sus futuros planes, salvo que estaba ansioso de pasar más tiempo junto con su esposa y sus hijos Paulina y Jorge.
"Nunca he disfrutado un verano con ellos", indicó.
"Será más fácil tenerlo en casa todos los días y no sólo uno al mes", dijo sonriente su hijo Jorge, quien nació en 2000 con craneosinostosis, un trastorno en el que las suturas del cráneo del niño se cierran demasiado pronto.
Acompañado por su esposa y dos hijos, además de cinco trofeos de la Serie Mundial en la mesa, el receptor puertorriqueño anunció el martes su adiós al béisbol profesional.
"Fue una decisión totalmente mía. Cuando se acabó la pasada temporada, sabía que no iba a volver a jugar", dijo Posada, con la voz entrecortada y apenas conteniendo las lágrimas. "Me llegaron ofertas de otros equipos, pero mi corazón y cabeza me decían que había llegado el final".
Posada, de 40 años, le puso punto final a su carrera en Grandes Ligas tras 17 campaña, todas con los Yanquis.
Al comenzar la lectura de una nota de despedida, Posada citó una frase de Joe DiMaggio, que el equipo tiene a la salida de su vestuario: "Quiero darle las gracias a Dios por convertirme en un Yanqui".
"No podía tener otro uniforme", añadió Posada. "Siempre seré un Yanqui".
Se despide con promedio de .273, 275 jonrones y 1.065 remolcadas, números que apuntalan fuertes posibilidades de ser considerado para ingresar al Salón de Fama cuando dentro de cinco años sea elegible por primera vez.
Hijo de un buscador de talentos, Posada fue reclutado por los Yanquis en la 24ta ronda del draft de 1990. Inicialmente, jugaba como segunda base, pero le convencieron que probara detrás del plato.
"La mejor decisión que pude tomar", indicó Posada.
Debutó en las mayores el 4 de septiembre de 1995 como parte de un núcleo de cinco jugadores de los Yanquis --completado por Derek Jeter, Mariano Rivera, Bernie Williams y Andy Pettitte-- que surgieron desde sus propias filas y que fue fundamental para la conquista de cuatro títulos de la Serie Mundial en cinco temporadas entre 1996 y 2000. Posada no jugó en la postemporada de 1996, pero actuó en ocho partidos de la campaña regular de ese año.
Con los retiros del también boricua Williams, Pettitte y ahora de Posada, Jeter (37 años) y el panameño Rivera (42) quedan como los dos sobrevivientes del quinteto.
Jeter y Rivera estuvieron presentes en la rueda de prensa en la que Posada hizo su anuncio oficial.
Su decisión de retirarse se produjo tras un 2011 en el que tuvo que ceder su puesto detrás del plato para convertirse en bateador designado y en turnos como zurdo.
El cambio de tarea fue difícil y su producción sufrió un declive pronunciado al inicio de la campaña. Tocó fondo el 14 de mayo, cuando Posada le pidió al manager Joe Girardi le sacara de la alineación cuando vio que lo habían colocado como noveno en el orden ofensivo.
Posada, sin embargo, no se amilanó y levantó sus números e incluso fue uno de los pocos bateadores que se destacaron en la postemporada al conectar seis hits y conseguir cuatro boletos en 14 turnos al ser eliminados por los Tigres de Detroit.
Fue al final del quinto y último juego de esa serie ante Detroit que Posada tenía claro que su carrera con el único equipo que conoció había alcanzado su último momento: rompió a llorar y se fue sin poder hablar.
Su esposa Laura describió el proceso de tomar la decisión.
"En el último año siempre le decía a Jorge: 'disfruta cada momento, no te desesperes, relájate. Este puede ser tu último out, tu último día, la última vez que te pongas el uniforme, no tienes que probar nada'. Fue difícil cuando acabó la temporada, ahí me dijo que ya no quería jugar. '¿Estás seguro, seguro?' 'Sí, estoy seguro'".
Durante la rueda de prensa, Posada se dirigió a Jeter --su padrino de boda-- y Rivera.
A Jeter le dijo: "Espero que no me extrañen mucho".
Y a Rivera le indicó: "Hermano, mucho de lo que logré te lo debo a tí".
Otro momento emotivo fue cuando Diana Munson, la viuda del legendario catcher Thurman Munson, se refirió a cómo volvió a interesarse en el béisbol gracias a Posada.
"Desde el primer día que le conocí supe que era alguien especial. Tenía las cualidades que Thurman, un estilo de jugar con tenacidad y dándole todo", dijo la viuda. "Creo que él y Thurman hubiesen sido muy buenos amigos".
Posada siempre tuvo en su casillero una foto de Munson con una cita del receptor que murió en un accidente de aviación en 1979.
¿Qué decía la frase de Munson? "Me gusta batear cuarto y me gustar un buen promedio de bateo. Pero lo que hago todos los días detrás del plato es mucho más importante porque incide en mucha más gente y en muchísimos aspectos del juego".
Rivera afirmó que el equipo le echará de menos: "Aparte de verlo sentado a mi lado, lo que más voy a extrañar es la pasión, la dedicación, la determinación, el enfoque que tenía. Eso va ser muy importante para nosotros no olvidarlo", sostuvo el cerrador.
Posada no fue específico en cuanto a sus futuros planes, salvo que estaba ansioso de pasar más tiempo junto con su esposa y sus hijos Paulina y Jorge.
"Nunca he disfrutado un verano con ellos", indicó.
"Será más fácil tenerlo en casa todos los días y no sólo uno al mes", dijo sonriente su hijo Jorge, quien nació en 2000 con craneosinostosis, un trastorno en el que las suturas del cráneo del niño se cierran demasiado pronto.
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