El número uno del mundo se abrazó a la gloria en un partido tremendo, en el que terminó mostrando su estupenda condición mental y física ante un Murray que se derrumbó en el meriadiano del tercer set. Las primeras dos mangas fueron de altísima calidad, de lo mejor del torneo. Un punto de inflexión, una cadena de errores del escocés y la solidez de Djokovic para sellar un nuevo éxito en Melbourne, como en 2008, 2011, 2012 y 2013. Octavo título de Grand Slam para él. El británico, en su cuarta final perdida en este evento, se marcha con la buena sensación de estas dos semanas, que, pese a quedar cerca de su tercera corona Major tras US Open 2012 y Wimbledon 2013, lo volverá a poner en el N°4 del mundo. El Big Four, con Djokovic, Federer, Rafael Nadal y Murray, de nuevo en lo más alto.
Gran comienzo de partido, con ambos con mucha intensidad y en un alto nivel. Djokovic, con tiros cruzados y oportunas subidas a la red; Murray, con cambios de ritmo, ángulos y direcciones. Acción por todos lados. El serbio fue el primero que tomó el control, con una ráfaga de 13 puntos ganados sobre 15 en juego, tras levantar un 0-40 con su servicio y sellar su primera rotura. Pero el escocés no se dejó impactar en lo anímico y rápidamente remontó el break en el séptimo juego.
Y hubo más, porque ambos volvieron a golpearse con la devolución. En el medio, problemas para el N°1 al caerse al piso y pedir atención médica por un dolor en su pulgar derecho. Como merecía el partido, la definición en el tiebreak. Un acierto de Nole en un globo y tres errores del británico (una doble falta, una volea y, en el set point, un revés a la red) inclinaron la balanza.
Parecía llegar la reacción de Murray. Veloz quiebre (2-0) y aparentes problemas en un pie, que dificultaban su movilidad, para el rival. Todo a su favor. Sin embargo, una nueva estampida de Djokovic. Recuperó el quiebre en un reñido game y se abrió paso con otros tres juegos de manera consecutiva, con un impresionante sprint de 12 de 12 en puntos. Se mostró como un golpe demoledor para el británico, quien hasta cambió su expresión corporal en cancha.
Sin embargo, recuperación. Una protesta en el court, con el ingreso de dos personas y el despliegue de una bandera, sacaron de ritmo al serbio. Murray tomó desde el resto, se puso 4-4 y hasta llegó a tener set point en el décimo game, que finalmente, en un larguísimo juego, quedó en manos de Nole. El dramatismo siguió. El escocés salvó con lo justo -tres break point- su servicio ante la renaciente agresividad de Djokovic, que ganó en cero su juego y la historia, de nuevo, se dirigió al desempate. Esta vez, para Murray.
El tercero se le fue de las manos a Murray. Había comenzado como el claro dominador, con un quiebre y un 2-0 tras más de dos horas y media de acción. Djokovic, de nuevo con problemas de movilidad y síntomas de cansancio. Estaba todo de su lado. Y otra vez la recuperación del serbio, que equilibró la historia y le trasladó la presión al escocés. Las oportunidades desperdiciadas jugaron en la cabeza del británico, que en el octavo juego se fue del eje: dos errores no forzados y una doble falta para el quiebre. Y Nole no perdonó. Aseguró con su saque y se quedó con la manga por 6-3.
Djokovic fue por más. Consciente de la posición en la que estaba, continuó con agresividad sobre el segundo servicio de Murray -su punto débil en el día- y estiró la distancia con un quiebre en el inicio del cuarto set. Ahí, derrumbe total del escocés, que pasó a estar notablemente fastidioso en cancha. Para colmo, otra rotura para el 3-0. Nole, en alza; Murray, por el piso. No hubo giro inesperado, los siguientes games cayeron para el mismo lado y la victoria terminó quedando para el serbio, que de esta manera logró su quinto título en el Abierto de Australia y octavo Grand Slam. El británico, con una verdadera pesadilla en la definición en Melbourne: perdió sus cuatro finales, tres de ellas ante el balcánico.
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