Ayer falleció repentinamente Jerome Kersey. Tenía solo 52 años. Sucedió en su casa. Una llamada desde allí alertó de la urgente situación y a pesar de que fue trasladado a un hospital nada se pudo hacer por el ex jugador de la NBA.
Esa casa, su último lugar en la vida, la compartía con su mujer, Teri, y con los 4 hijos de la pareja, todos de relaciones anteriores. Se les veía felices. Su perfil en Twitter, no podía ser más sintético y esclarecedor: “Husband, Father, NBA Champion”.
La familia residía en Lake Oswego, un suburbio de Portland que para nada se puede asociar al concepto peyorativo que se le suele dar a la palabra suburbio. Se trata de un lugar hermoso, de buen vivir, con cerca de 40.000 habitantes, plagado de personas sin problemas económicos. Allí han vivido o viven jugadores de Blazers como LaMarcus Aldridge o Nicolas Batum, allí residió en su día Rudy Fernández, por allí paran o pararon en el pasado ex de la NBA como Frank Brickowski, Chris Dudley o Mike Dunleavy Jr, actualmente en Chicago. También actores como Daniel Baldwin o el ya fallecido Luke Askew o el fundador de Pixelworks, Allen Alley. Vamos, que es lo que se dice un suburbio placentero, alejado de cualquier visión apocalíptica de extrarradio.
Ahí vivía Kersey, jugador durante 17 años de la NBA, 11 de ellos en Portland, ganador del anillo en 1999 con los Spurs de Gregg Popovich, técnico de baloncesto tras su retirada en el año 2001 y hacedor de muchos trabajos distintos en torno a su deporte favorito, incluido el de informar. Y allí murió ayer. Por sorpresa. De repente.
De hecho, el martes había estado con dos excompañeros de los Trail Blazers, Terry Porter y Brian Grant, ejerciendo de embajadores del equipo en un centro educativo de Portland con motivo del Mes de la Historia Afroamericana. Fue su último acto público.
Un ser querido, un ser recordado
Jerome Kersey está asociado obligatoriamente a los Trail Blazers de los 80 y los 90, y es que 11 años en un equipo dan para mucho. Para tanto como para ser uno de los pocos jugadores de la historia de Portland en meter más de 10.000 puntos con el equipo, para estar en la tercera posición en la lista de reboteadores tras ser superado en enero por Aldridge o para haber protagonizado 2 Finales de la NBA (1990 y 1992) con los Blazers de Rick Adelman, aunque para ganar el anillo tuviera que esperar casi hasta el final de su carrera y lograrlo en 1999 con los Spurs de Popovich.Las reacciones ante su muerte lo dicen todo. El gran líder de aquellos Blazers, Clyde Drexler, afirmaba seriamente afectado: “Era la mejor persona y el mejor amigo, compañero y hermano. Todo el mundo le quería. Es algo increíble”. Y el propietario de la franquicia de Oregón, el multimillonario Paul Allen, señalaba que “hoy hemos perdido a una persona increíble y a uno de los jugadores más queridos que hayan vestido nunca la camiseta de Trail Blazers. Es una terrible pérdida”.
En el recuerdo, su paso por la NBA entre 1984 y 2001. Los primeros 11 años en Portland. Después en Warriors, Lakers, Sonics, Spurs y Bucks. Una carrera con 3 Finales y 1 anillo, con 1.153 partidos de fase regular y 126 de playoffs.
Dentro de esa trayectoria, 6 temporadas a muy buen nivel, desde 1987 a 1993. En la campaña 1987-1988 promedió 19,2 puntos, 8,3 rebotes, 3,1 asistencias y 1,9 robos y en la siguiente, cuando el equipo llegó a las Finales, hizo 17,5 puntos, 8,3 rebotes, 3,2 pases de canasta y 1,8 robos y, luego, en los playoffs: 20,7 tantos y 8,3 rebotes en 21 encuentros. Estaba en la cresta de la ola.
Por entonces, todo el mundo conocía el cinco inicial de Adelman en los Blazers: Terry Porter, Clyde Drexler, Jerome Kersey, Buck Williams y el también tristemente fallecido Kevin Duckworth. En la suplencia, un Drazen Petrovic que se tuvo que ir a los Nets para triunfar en la NBA y un Cliff Robinson que acabó años después arrebatando la titularidad al propio Kersey.
Kersey no era Terry Porter y mucho menos se acercaba al gran Clyde Drexler, pero durante muchos años fue una parte importante de Porter y Drexler, una especie de pegamento esencial de aquellos exitosos Trail Blazers.
Era el ahora fallecido un alero fuerte. Buen defensor, muy físico, gran reboteador, con una buena concepción de equipo que incluía un buen sentido de la circulación de balón... Nunca tuvo un tiro exterior en condiciones, pero supo suplir esa carencia con otras muchas virtudes. Y su prolongada carrera profesional avala que más allá de sus buenas condiciones naturales para el juego, Kersey fue un tipo que trabajó duro, que se dejó la piel en la pista.
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