"No hay nada que pueda amargar este momento que estoy viviendo. Ese es un número insignificante y no tiene importancia alguna", declaró Martínez un día después de resultar elegido para el recinto.
Como parte del cuarteto de nuevos integrantes con placas en Cooperstown, Martínez estaba radiante en un ajetreado miércoles en Manhattan. Junto a Randy Johnson, John Smoltz y Craig Biggio -- los otros elegidos que serán exaltados el 26 de julio -- recibió su uniforme y gorro con el logo del Salón de la Fama. Los cuatro completaban el día con una presentación en el "Late Show", el programa nocturno de entrevistas que conduce David Letterman.
Los cuatro contaron anécdotas sobre sus trayectorias y arrancaron carcajadas en el salón del Hotel Waldorf Astoria cuando Smoltz debió treparse a una silla para acomodarle el gorro a Johnson, el gigante de 1,86 metros (6,10 pies).
Martínez se echó a reír por ser el más bajito de los cuatro peloteros. Evocó su primera visita como turista a Cooperstown a mediados de la década de los 90 y se entusiasmó con el recibimiento que le espera en su natal República Dominicana.
Nadie ha sido elegido al Salón de la Fama en forma unánime desde que Babe Ruth, Ty Cobb, Walter Johnson, Honus Wagner y Christy Mathewson fueron los primeros seleccionados en 1936. Y lo más seguro es que nadie lo consiga en el futuro.
Según Martínez, no tiene sentido cavilar en la magnitud del voto que recibió o dejó de recibir.
"Nunca pensé en que llegaría a ser parte del Salón de la Fama. Estoy profundamente honrado por haber sido elegido, y listo", dijo Martínez, quien recibió un respaldo de 91,1%. "Me hubiese conformado con el mínimo. No puedo ser tan codicioso".
En todo caso, Martínez puede presumir que se encuentra dentro de los 30 jugadores -- dentro de un universo de 119 -- que han podido superar la barrera del 90% en las elecciones de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica.
Con lujo de detalles, Martínez señaló conocer muy bien los pabellones de Cooperstown. Cuando jugaba con los Expos de Montreal, acudió al museo y se fascinó con las exhibiciones, desde las placas de los jugadores hasta las indumentarias que usaban de antaño.
Pero hubo una placa en especial a la cual le prestó de atención. Fue la de Juan Marichal, hasta ahora el único dominicano en el Salón.
Volteando la mirada en dirección a los otros tres, el nacido en Manoguayabo les dijo: "ahora los viejitos somos nosotros".
En otro sentido, Martínez reflexionó sobre el giro de 180 grados que ha dado el béisbol en estos cinco años que lleva retirado.
"A mí me tocó enfrentar a ofensivas que intimidaban. Desde el montículo, yo parecía que no me asustaba, pero fue un tremendo reto día tras día", afirmó.
El registro de carreras limpias permitidas que Martínez acumuló en sus 18 años de trayectoria fue de 2.93, 1.47 por debajo del promedio en las mayores durante las temporadas en las que lanzó, según STATS.
Martínez, Johnson y Smoltz fueron pitchers que brillaron en una época de bateo superlativo, una anomalía. Entre los tres se compilan nueve Cy Youngs, nueve títulos de efectividad y 14 campañas como líderes de ponches. Biggio, por su parte, fue una máquina de disparar dobles, el quinto en la tabla histórica.
Hoy en día, el pitcheo predomina sobre el bateo. En la era de Martínez, resultaba habitual que los artilleros dispararan con facilidad 50 jonrones. En la pasada campaña, Nelson Cruz fue el líder con apenas 40.
Ahora prevalecen los esquemas defensivos para enfrentar a un bateador en particular; restricciones de lanzamientos por apertura, y tener un bullpen con toda clase de especialistas a partir del sexto o séptimo innings es esencial.
También rigen los controles antidopaje.
"No me atrevo a imaginarlo", respondió Martínez a una pregunta sobre si sus números serían muchos mejores si estuviera lanzando en 2014. "Lo que sí puedo decirle es que yo disfruté con mi estilo. Disfruté competir en mi era. Así lo quise".
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