Unos 50 jovencitos estaban presentes, cerca de la mitad de ellos pertenecientes a un equipo de béisbol del área de San Luis que Matheny había acompañado durante su visita a la República Dominicana. Fue su segunda visita al país caribeño en un período de tres semanas, aunque era la única que había sido planeada.
Sólo días antes, el dirigente había estado muy cerca de ahí, tratando de ayudar a consolar a una comunidad en duelo mientras que también luchaba contra sus propias emociones sobre la repentina muerte del joven jardinero dominicano de 22 años Óscar Taveras, quien, junto con su novia, perdió la vida en un accidente automovilístico.
El dirigente se había reunido con un Martínez envuelto en dolor después del accidente y había conversado con él de manera regular desde entonces. Ahora, se convertía en un testigo de su proceso de recuperación.
"Fue conmovedor y poderoso y podías ver un nivel diferente de madurez que nunca antes había visto en él", manifestó Matheny acerca de observar la manera en que Martínez se dirigía a los jovencitos. "Ellos le escuchaban hablar acerca de sus problemas de fe y cosas que ha aprendido. Y no necesariamente sacar el tema de Oscar, sino que no existía duda de lo que estaba hablando".
Lo que había forzado a Martínez, un amigo bien cercano de Taveras y su compañero inseparable en el equipo, a madurar mas allá de sus 23 de edad este receso de campaña es la misma pérdida que la mayoría de la familia de los Cardenales también sintió. Dolió mucho que, como Matheny lo describió el martes, "te obliga a preguntarte a ti mismo muchas preguntas difíciles".
"Creo que, en general, a veces nos sentimos invencibles", reflexionó el timonel. "Luego sucede esta tragedia, y nos hace ver la dura realidad".
Matheny prefirió ausentarse de los reflectores de los Cardenales unas semanas este receso de campaña, dejando al gerente general John Mozeliak como el mensajero general de la organización. Solamente ha sido durante los últimos días que Matheny ha comenzado a dar sus primeros comentarios en público acerca de la muerte de un pelotero a quien dijo recodará mayormente por su sonrisa y los abrazos que Taveras le daba tras sus momentos de éxito.
Pero mientras Matheny prefirió no aparecer en público después de la trágica muerte de Taveras, el timonel ha sido quizás el más activo detrás de bambalinas. Buscando ser, como el mismo lo describe, "un líder de hombres", Matheny recuerda su reacción inicial a la noticia aquella noche de domingo a finales de octubre como, "¿Qué es lo que tengo que hacer por mis muchachos?"
Lo que ha hecho, sencillamente, es tratar de estar ahí para ellos.
Egoístamente, el timonel deseó que todos estuvieran juntos. Fue así como él y sus compañeros lloraron la muerte del pitcher Darryl Kile en 2002. Lo hicieron juntos. El momento en que sucedió el accidente de Taveras hizo eso imposible, ya que los jugadores y sus coaches se habían ido a sus casas para pasar el invierno. Matheny dijo que lentamente se dio cuenta de que eso estaba bien.
"Quería encontrar la manera de crear un ambiente en el que yo fuera real y no un superhéroe", explicó Matheny. "Y luego entre más pensaba en ello, más me daba cuenta que todos ellos se encontraban probablemente en un lugar donde estaban rodeados de sus seres más queridos. Que podían ser reales con las personas más allegadas a ellos. Nuestra familia del béisbol sufrió un doloroso golpe tras esta tragedia, pero los muchachos necesitaban lidiar con ella de forma individual junto a sus seres más queridos".
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