A veces, el fogoso personaje en el que se transforma en el montículo le ayuda a consolidarse como el principal abridor zurdo de los Rockies de Colorado. Pero cuando las cosas salían mal, De La Rosa recurría a su madre, Juana, en su natal México.
"Ella me motivaba todo el tiempo, especialmente cuando tuve malos partidos", dijo De la Rosa. "Era la primera o segunda persona a la que llamaba".
Juana tuvo cáncer el año pasado. Se sometió a una cirugía para extirparle un tumor en noviembre y el pronóstico era bueno. Luego las cosas empeoraron repentinamente, y Juana murió justo antes del inicio de los entrenamientos de primavera.
Eso dejó un vacío en momentos en que el lanzador mexicano de 32 años se ??prepara para hacer su primera apertura de la jornada inaugural el lunes en Miami, en el último año de su contrato.
"Es la cosa más difícil que me ha pasado en toda mi vida", relató. "Pero tengo que seguir haciendo lo mío y dar lo mejor para ella. Creo que se sentirá orgullosa de mí si hago las cosas bien".
La madre de De La Rosa lo apoyó en su problemática recuperación tras una cirugía de reconstrucción de codo en 2011 que incluyó varios reveses que apenas le permitieron jugar 13 partidos en dos años.
"Hay un montón de cosas en tu mente", comentó De la Rosa. "Una de esas cosas era que no sabía si sería capaz de lanzar de nuevo o no".
Lo hizo, y le fue mejor de lo que nadie hubiera esperado. De La Rosa tuvo foja de 16-6 con efectividad de 3.49, un récord personal, en un equipo con marca de 74-88 en el 2013. Lo que es aún más impresionante fue que De La Rosa tuvo foja de 10-1 con una efectividad de 2.76 en Coors Field, un escenario favorable a los bateadores.
"Con algo de suerte, él está ayudando a cambiar la reputación de lanzar en nuestro estadio", dijo el manager Walt Weiss. "Es un tipo que enderezó su carrera en nuestro parque".
De La Rosa, que mide 1,85 metros, utiliza principalmente una recta y cambio de velocidad para burlar a los bateadores. Ponchó a 112 en poco menos de 168 entradas el año pasado.
Su porcentaje de victorias de .618 (55-34) es el más alto en la historia de la franquicia entre pitchers con al menos 50 aperturas.
Sin embargo, De La Rosa aún batalla para controlarse cuando las cosas salen mal. Durante un flojo entrenamiento de pretemporada la semana pasada, tuvo varios problemas de comunicación con el receptor dominicano Wilin Rosario y se le vio distraído.
"Es difícil para mí mantener la calma a veces", confesó De la Rosa, que es tranquilo y reservado fuera del terreno. "Tengo que trabajar en esas cosas. Sé que no se ve bien en el montículo. Sé que tengo que controlar mis emociones para hacer lo mejor posible para este equipo".
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