El triunfo deportivo fue para Dominicana, que demostró, sin discusión, ser el mejor equipo, el que más clase tuvo en el campo, y por eso concluyó el torneo sin conocer la derrota en los ocho partidos que disputó, algo que nunca se había conseguido en las dos ediciones anteriores, que ganó Japón.
Tampoco el béisbol caribeño y latinoamericano había tenido la oportunidad de protagonizar una final exclusiva, aunque Cuba ya estuvo en la del 2006 y la perdió.
Los fanáticos, que a través de todo el mundo, por primera vez pudieron votar para decidir al equipo de las estrellas del torneo, eligieron junto a los periodistas que cubrieron el torneo, a cinco peloteros de Dominicana, a tres de Puerto Rico y cuatro del resto de los otros 14 equipos participantes.
El segunda base Robinson Canó (.469, 2 HR, 6 CI, 25 total de bases), que ganó el premio de Jugador Más Valioso (MVP) del torneo, también fue el pelotero que recibió más votos para el Equipo de Todas las Estrellas del III Clásico Mundial.
Junto a Canó le acompañaron, el primera base Edwin Encarnacion (.250, 6 CI), el campocorto José Reyes (.314, 1 HR, 3 CI, 7 CA), el jardinero derecho Nelson Cruz (.303, 6 CI) y el cerrador Fernando Rodney (7 1/3 entradas, 0 CA, 7 salvamentos).
Mientras que Puerto Rico tuvo elegidos al receptor Yadier Molina (.259, 1 RB, 2.88 ERA de equipo), el jardinero central Ángel Pagán (.364, 2 RB, .447 de embasado) y el lanzador derecho Nelson Figueroa (2-0, 1.80 ERA).
El resto del equipo quedó formado por el tercera base de Estados Unidos, David Wright (.438, 1 HR, 10 CI); el jardinero izquierdo de Canadá, Michael Saunders (.727, 1 HR, 7 CI); el bateador designado de Japón, Hirokazu Ibata (.556, 4 CI, 6 CA) y su compañero, el abridor Kenta Maeda (15 Entradas, 1 CA, 0.60 ERA, 18 ponches).
Pero aunque estos fueron los jugadores más destacados, el gran éxito del torneo fue que todos los peloteros y equipos aportaron un alto nivel en su juego y en la competición, lo que hizo que la idea que surgió como un experimento en el 2006 de disputar un Clásico Mundial de Béisbol, en tan sólo tres ediciones se ha convertido en parte integral del deporte de la pelota a nivel internacional.
El comisionado de las Grandes Ligas, Bud Selig, fue categórico cuando dijo en Phoenix, donde Estados Unidos jugó la primera ronda con el Grupo C, que el Clásico Mundial había llegado para ser cada vez mejor y "necesario".
El mensaje de Selig fue muy claro de apoyo completo a la celebración del Clásico Mundial de Beisbol, y lo hizo con datos objetivos del éxito de asistencia de espectadores y la audiencia de televisión en Japón y luego en Estados Unidos.
Pero Selig fue mucho más allá, el comisionado de las Grandes Ligas, confirmó que la meta del torneo es la "globalización" del deporte del bate y la bola.
"Esto es un gran vehículo para llevar nuestro deporte al nivel internacional", subrayó Selig. "Si lo hacemos de la manera correcta, ustedes no reconocerán nuestro deporte en una década. Esto ha sido grandioso. Ha habido un gran ambiente. Ha cumplido su función".
Aún los críticos, que han cuestionado que la fecha no es la más indicada porque las estrellas de las Grandes Ligas comienzan a preparar la pretemporada, han admitido al ver el buen nivel de juego que se ha dado durante la tercera edición que los progresos con relación al primer Clásico del 2006 han sido "abismales".
Todo el mundo admite que se ha jugado mejor pelota que la que se puede dar a mediados del verano dentro de las Grandes Ligas, y la pasión y el orgullo de defender el uniforme del equipo nacional de cada país creó un ambiente "único".
El espectáculo que dieron en las gradas los aficionados caribeños de República Dominicana y Puerto Rico, y en el diamante del AT&T Park, los peloteros de ambos equipos fue algo "inolvidable", que será recordado siempre en el Área de la Bahía de San Francisco.
Si el éxito deportivo fue incuestionable, el de asistencia superó todas las expectativas en sedes como la de Miami, donde se jugó, en el Marlins Park, la segunda ronda del Grupo 2, y el presidente de los Marlins de Miami, Davis Samson, confirmó que solicitarán volver a repetir en el 2017.
La de San Francisco, donde se jugaron las semifinales y la final, a pesar que no llegó Estados Unidos, en los tres partidos disputados se registró una asistencia de 96.913 espectadores, incluidos los 35.703 que presenciaron la final, a pesar que las condiciones climatológicas no fueron las mejores.
La asistencia oficial del torneo fue 885.212 espectadores, un nuevo récord en la historia del torneo y que confirma que el Clásico Mundial de Béisbol llegó no sólo para quedarse sino para ser en la cuarta edición del 2017 todavía mucho más grandioso.
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