CASA DE CAMPO, LA ROMANA. El ex astro de Grandes Ligas Felipe Rojas Alou llegó al atestado parque central de esta provincia y de inmediato fue asediado por gran parte de la concurrencia, en procura de fotos y autógrafos, previo al solemne acto de inmortalización de la Clase 2011 del Pabellón de la Fama, celebrado el viernes.
Mientras Alou buscaba la manera más cordial de quitarse la muchedumbre de su entorno, varios de sus compañeros, todas luminarias del béisbol latino, develaban sus impresionantes estatuas en el parque central.
De repente, Alou con una de esas geniales salidas que caracterizan su manera inteligente de proceder dijo: “Perdón señores, denme un chance, no quiero perderme un segundo de esto, porque es algo que no se ve todos los días”.
Satisfechos los aficionados con la excusa y procediendo a dejarle el camino libre al primer dominicano en ser mánager en las Grandes Ligas, Alou replicó: “Gracias, hay una sección de autógrafos y fotos programada para dentro de un rato, ahí nos vemos. Pero este momento del acto es algo que acontece sólo una vez en las vidas de nosotros los jugadores y si Dios nos dio la oportunidad de disfrutarlo, entonces no debemos desperdiciarla”.
Felipe, el mayor de la trilogía de hermanos peloteros que una vez hicieron historia al jugar en los jardines de un mismo equipo en un partido de la Gran Carpa, consideró que la exaltación es el más grande homenaje que puede recibir en vida un atleta, en este caso un jugador de béisbol.
“Yo tengo mucho respeto por quienes han tenido la magnífica idea de proveernos de un Salón de la Fama en nuestro país, pero también respeto por aquellos compañeros que le dan la debida importancia a esta histórica iniciativa. Es un asunto de conciencia, la cual actúa como un juez que llevamos cada uno en nuestro interior, ella (la conciencia) te condena o te absuelve”, señaló Alou.
Alou fue llevado a la inmortalidad de la pelota latina en la primera entrega del galardón en 2010.
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