Muchos de nosotros quienes consideramos que el juego de béisbol era perfecto en su estado original hemos rechazado la regla del bateador designado desde que ésta se implementó en la Liga Americana en 1973 para aumentar la producción ofensiva. En aquel entonces, lucía como algo pasajero.
Pero el BD nunca pasó de moda y se convirtió en un parte aceptada del deporte - menos en la Liga Nacional, en la cual los pitchers aún batean, o mejor dicho, lo intentan.
Aun con lo difícil que es para nosotros que nos criamos con el estilo de la Liga Nacional aceptar el puesto de BD, la realidad es que éste llegó para quedarse.
El puesto de bateador designado creó 14 puestos en una liga - 15 cuando Houston se traslade a la Liga Americana - y el sindicato de jugadores jamás aceptaría su eliminación.
Los pros de mantener al pitcher en el lineup quizás sean obvios para los puristas, especialmente con respecto a los problemas de estrategia que el BD crea para los managers, pero cada vez se hace más difícil argumentar que es mejor darle el bate a los lanzadores.
Ante todo, generalizar el BD le daría al béisbol la uniformidad que tanto necesita. Los serpentineros de la L.A. ya no tendrían que intentar batear durante los juegos interligas o en la Serie Mundial, lo cual le devolvería al juego y las estadísticas de éste la paridad competitiva.
Por el lado práctico, el BD agrega otra arma al lineup. Y, aunque sea menos aparente, también realza al orden ofensivo al hacer más valiosa la posición de noveno bate. Con el BD, el último puesto del lineup se convierte en otro primer bate en lugar de simplemente ser un tipo que sólo busca hacer contacto con la bola para no lucir mal.
Si el Viejo Circuito adoptara el puesto de BD, crearía 15 puestos adicionales para veteranos con muchos seguidores o para cañoneros jóvenes como el receptor Jesús Montero de los Marineros que necesitan tiempo para establecerse a la defensa.
Es difícil imaginar que los Marineros hubiesen enviado al serpentinero dominicano Michael Pineda a los Yankees por Montero si el puesto de BD no hubiera estado disponible para que el venezolano pueda aportar al bate mientras se pule como cátcher.
Entre los agentes libres de renombre que aún no tienen contrato para el 2012 están Hideki Matsui, Johnny Damon, Raúl Ibáñez, el venezolano Magglio Ordóñez y los dominicanos Vladimir Guerrero y Manny Ramírez.
¿Creen que los equipos de la L.N., especialmente aquellos cuyos estadios favorecen a los bateadores, no se interesarían por alguno de esos jugadores para el puesto de BD?
Dejando a un lado las estrategias, la ventaja principal de que los lanzadores bateen es que es más probable que lo piensen dos veces antes de golpear a un bateador del equipo contrario ya que existe la posibilidad de una represalia. También favorece a aquellos pocos pitchers que también se destacan con el madero.
El desequilibrio en la manera en la que los equipos son diseñados fue más obvio que nunca con las contrataciones del dominicano Albert Pujols y Prince Fielder durante esta temporada baja. Ambos cañoneros se trasladaron de la Liga Nacional a la Americana, en parte por la flexibilidad que les brindará el puesto de BD cuando se encuentren en la fase final de sus contratos.
Si hay alguien que no quiere escuchar nada al respecto, es Pujols. El quisqueyano sostiene que espera jugar hasta que tenga 45 años de edad gracias a lo dedicado que es al acondicionamiento físico. Pero cuando el dueño de los Angelinos, Arte Moreno, decidió traer a Pujols al sur de California por 10 años, la posibilidad de que el cañonero se convierta en BD durante la segunda mitad de su contrato tuvo que haber sido un factor.
Lo mismo se puede decir del contrato de nueve años que le dio Detroit a Fielder. El puesto de BD es aún más atractivo ahora para los Tigres, ya que Prince podría terminar compartiendo la primera base con el venezolano Miguel Cabrera, el otro bateador derecho de lujo después de Pujols.
Aún quedan algunos lanzadores en el béisbol que también son buenos bateadores. Uno de ellos - Dan Haren - ha jugado casi toda su carrera con los Atléticos y los Angelinos.
Jered Weaver -compañero de Haren y el otro as en la rotación de los Angelinos- es uno de varios serpentineros que comprenden lo peligroso que puede ser batear para un lanzador que no está acostumbrado a hacerlo.
No es solamente la posibilidad de recibir un bolazo en la mano o la muñeca que puede ponerle fin a la temporada de un lanzador. Las bases también son un riesgo.
Weaver aprendió una lección dolorosa en el 2007 cuando, tras conectar su primer hit en Grandes Ligas en el Dodger Stadium, se barrió en la segunda base para intentar evitar una doble matanza y se lastimó el hombro. La lesión lo entorpeció durante dos temporadas antes de volver al 100%.
Weaver tiene promedio de bateo de por vida de .115. Los lanzadores de Grandes Ligas tuvieron un promedio colectivo de .142 en el 2011, pero esa cifra se convierte en .120 y si no se toma en cuenta el bate de Dontrelle Willis (387, OPS (porcentaje de embasarse más slugging) de 1.032).
Cuando le toca batear a la parte baja del lineup en un partido de la L.N., los aficionados aprovechan para ir por comida. Pero en la L.A., nadie se mueve.
Aun con lo difícil que es para nosotros que nos criamos con el estilo de la Liga Nacional aceptar el puesto de BD, la realidad es que éste llegó para quedarse.
El puesto de bateador designado creó 14 puestos en una liga - 15 cuando Houston se traslade a la Liga Americana - y el sindicato de jugadores jamás aceptaría su eliminación.
Los pros de mantener al pitcher en el lineup quizás sean obvios para los puristas, especialmente con respecto a los problemas de estrategia que el BD crea para los managers, pero cada vez se hace más difícil argumentar que es mejor darle el bate a los lanzadores.
Ante todo, generalizar el BD le daría al béisbol la uniformidad que tanto necesita. Los serpentineros de la L.A. ya no tendrían que intentar batear durante los juegos interligas o en la Serie Mundial, lo cual le devolvería al juego y las estadísticas de éste la paridad competitiva.
Por el lado práctico, el BD agrega otra arma al lineup. Y, aunque sea menos aparente, también realza al orden ofensivo al hacer más valiosa la posición de noveno bate. Con el BD, el último puesto del lineup se convierte en otro primer bate en lugar de simplemente ser un tipo que sólo busca hacer contacto con la bola para no lucir mal.
Si el Viejo Circuito adoptara el puesto de BD, crearía 15 puestos adicionales para veteranos con muchos seguidores o para cañoneros jóvenes como el receptor Jesús Montero de los Marineros que necesitan tiempo para establecerse a la defensa.
Es difícil imaginar que los Marineros hubiesen enviado al serpentinero dominicano Michael Pineda a los Yankees por Montero si el puesto de BD no hubiera estado disponible para que el venezolano pueda aportar al bate mientras se pule como cátcher.
Entre los agentes libres de renombre que aún no tienen contrato para el 2012 están Hideki Matsui, Johnny Damon, Raúl Ibáñez, el venezolano Magglio Ordóñez y los dominicanos Vladimir Guerrero y Manny Ramírez.
¿Creen que los equipos de la L.N., especialmente aquellos cuyos estadios favorecen a los bateadores, no se interesarían por alguno de esos jugadores para el puesto de BD?
Dejando a un lado las estrategias, la ventaja principal de que los lanzadores bateen es que es más probable que lo piensen dos veces antes de golpear a un bateador del equipo contrario ya que existe la posibilidad de una represalia. También favorece a aquellos pocos pitchers que también se destacan con el madero.
El desequilibrio en la manera en la que los equipos son diseñados fue más obvio que nunca con las contrataciones del dominicano Albert Pujols y Prince Fielder durante esta temporada baja. Ambos cañoneros se trasladaron de la Liga Nacional a la Americana, en parte por la flexibilidad que les brindará el puesto de BD cuando se encuentren en la fase final de sus contratos.
Si hay alguien que no quiere escuchar nada al respecto, es Pujols. El quisqueyano sostiene que espera jugar hasta que tenga 45 años de edad gracias a lo dedicado que es al acondicionamiento físico. Pero cuando el dueño de los Angelinos, Arte Moreno, decidió traer a Pujols al sur de California por 10 años, la posibilidad de que el cañonero se convierta en BD durante la segunda mitad de su contrato tuvo que haber sido un factor.
Lo mismo se puede decir del contrato de nueve años que le dio Detroit a Fielder. El puesto de BD es aún más atractivo ahora para los Tigres, ya que Prince podría terminar compartiendo la primera base con el venezolano Miguel Cabrera, el otro bateador derecho de lujo después de Pujols.
Aún quedan algunos lanzadores en el béisbol que también son buenos bateadores. Uno de ellos - Dan Haren - ha jugado casi toda su carrera con los Atléticos y los Angelinos.
Jered Weaver -compañero de Haren y el otro as en la rotación de los Angelinos- es uno de varios serpentineros que comprenden lo peligroso que puede ser batear para un lanzador que no está acostumbrado a hacerlo.
No es solamente la posibilidad de recibir un bolazo en la mano o la muñeca que puede ponerle fin a la temporada de un lanzador. Las bases también son un riesgo.
Weaver aprendió una lección dolorosa en el 2007 cuando, tras conectar su primer hit en Grandes Ligas en el Dodger Stadium, se barrió en la segunda base para intentar evitar una doble matanza y se lastimó el hombro. La lesión lo entorpeció durante dos temporadas antes de volver al 100%.
Weaver tiene promedio de bateo de por vida de .115. Los lanzadores de Grandes Ligas tuvieron un promedio colectivo de .142 en el 2011, pero esa cifra se convierte en .120 y si no se toma en cuenta el bate de Dontrelle Willis (387, OPS (porcentaje de embasarse más slugging) de 1.032).
Cuando le toca batear a la parte baja del lineup en un partido de la L.N., los aficionados aprovechan para ir por comida. Pero en la L.A., nadie se mueve.
0 comentarios:
Publicar un comentario