No existen reglas específicas a la hora de votar por los candidatos al Salón de la Fama que consumieron sustancias prohibidas. Por lo tanto, cada uno de los votantes en estas instancias debe crear su propio criterio.
La honesta diferencia de opinión es lo que hace posible las carreras de caballos, elecciones presidenciales y hasta la votación para el Salón de la Fama de Grandes Ligas. Pero en esta última categoría, juzgar los logros de un pelotero en el terreno de juego luce como una tarea relativamente fácil, opuesto a juzgar el papel que el uso de sustancias prohibidas tuvo para determinar su lugar en el juego, o su lugar potencial en Cooperstown.
Comenzando el próximo año, la votación para el Salón de la Fama incluirá a varios de los grandes nombres en este deporte, acompañados por la mancha negra de haber consumido sustancias prohibidas. Barry Bonds, Roger Clemens, el dominicano Sammy Sosa me vienen inmediatamente a la mente. Para algunos votantes, es inconcebible que jugadores de esta magnitud sean dejados fuera del Templo de los Inmortales. Para otros votantes, es inconcebible que peloteros que consumieron esteroides ocupen un lugar en el recinto sagrado del béisbol.
La Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica (BBWAA por sus siglas en ingles) es la que provee a los votantes para el Salón de la Fama; por lo regular son alrededor de 500 votantes elegibles. La BBWAA consideró la formación de un comité para crear reglas especificas a la hora de votar por jugadores de la llamada "era de esteroides", pero rechazó dicha noción bajo el argumento de que cualquier intento de instruir a los votantes sobre cómo votar sería, en esencia, una actividad en contra de la tradición norteamericana.
Los votantes ya han dado indicaciones de su dirección sobre el tema del consumo de esteroides, en los casos de Mark McGwire y el cubano Rafael Palmeiro. McGwire, quien reconoció haber consumido esteroides, ha visto sus números decaer en seis años en la papeleta de votación para el Salón, a un 19.5 por ciento este año. Palmeiro, quien tenía lo que parecían números dignos de Cooperstown, pero quien también dio positivo a una prueba de antidoping, recibió el 12 por ciento de los votos en este, su segundo año en la votación.
Con el 75 por ciento de los votos requeridos para ser elegido al Salón de la Fama, el sentido general de la dirección del electorado sobre esta cuestión parece claro.
Aun así permanecen amplias diferencias de opinión sobre qué hacer con los jugadores de esta era. Algunos votantes afirman que no votarán por peloteros de esta era, porque piensan que el uso de sustancias prohibidas estuvo en su apogeo. Otros votantes aseguran que votarán por cualquier candidato de esta era que califique para el Salón, esencialmente por las mismas razones -- el uso de sustancias prohibidas estuvo en su apogeo, y ¿quiénes somos nosotros, los cronistas de béisbol, para actuar como jueces y jurado?
Pero en este caso, los votantes son precisamente eso, jueces y jurado. Podemos todos discutir sin fin acerca de si esto es un caso serio de asignar el papel equivocado, pero es un hecho. Somos humanos; podemos cometer errores, tanto individual como colectivamente. Pero al menos en este asunto, estamos intensamente interesados y razonablemente bien informados.
Votar para el Salón de la Fama de Grandes Ligas es un privilegio raro y una responsabilidad solemne. No debería haber un lugar en este proceso para distinciones de arbitrariedad o decisiones caprichosas. Afortunadamente, las reglas preexistentes para la votación al Salón de la Fama ofrecen una dirección útil: "La votación debe basarse en los números del jugador, su habilidad, integridad, respeto por el juego, carácter y contribuciones para el equipo (s) con quien dicho pelotero jugó".
La porción de "integridad, respeto por el juego y carácter" en esa frase no me parece que permita el uso de sustancias prohibidas. En lo que concierne a mi voto, esa ahí donde pintaré mi raya: Los jugadores que consumieron sustancias prohibidas no deben estar en el Salón de la Fama de Grandes Ligas.
La mera sospecha del uso de sustancias prohibidas no debe ser suficiente para anular una candidatura. Pero una prueba positiva al uso de una sustancia prohibida, un veredicto culpable en un juicio, evidencia clara de culpabilidad -- eso debería ser suficiente para crear un caso en contra de la admisión al recinto de los inmortales.
Y en este tipo de caso, no importa qué tan exitosa fue la carrera en cuestión. El uso de sustancias prohibidas hizo esa carrera más exitosa y por lo tanto, de esa manera, aumentó la magnitud del crimen.
Comenzando el próximo año, la votación para el Salón de la Fama incluirá a varios de los grandes nombres en este deporte, acompañados por la mancha negra de haber consumido sustancias prohibidas. Barry Bonds, Roger Clemens, el dominicano Sammy Sosa me vienen inmediatamente a la mente. Para algunos votantes, es inconcebible que jugadores de esta magnitud sean dejados fuera del Templo de los Inmortales. Para otros votantes, es inconcebible que peloteros que consumieron esteroides ocupen un lugar en el recinto sagrado del béisbol.
La Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica (BBWAA por sus siglas en ingles) es la que provee a los votantes para el Salón de la Fama; por lo regular son alrededor de 500 votantes elegibles. La BBWAA consideró la formación de un comité para crear reglas especificas a la hora de votar por jugadores de la llamada "era de esteroides", pero rechazó dicha noción bajo el argumento de que cualquier intento de instruir a los votantes sobre cómo votar sería, en esencia, una actividad en contra de la tradición norteamericana.
Los votantes ya han dado indicaciones de su dirección sobre el tema del consumo de esteroides, en los casos de Mark McGwire y el cubano Rafael Palmeiro. McGwire, quien reconoció haber consumido esteroides, ha visto sus números decaer en seis años en la papeleta de votación para el Salón, a un 19.5 por ciento este año. Palmeiro, quien tenía lo que parecían números dignos de Cooperstown, pero quien también dio positivo a una prueba de antidoping, recibió el 12 por ciento de los votos en este, su segundo año en la votación.
Con el 75 por ciento de los votos requeridos para ser elegido al Salón de la Fama, el sentido general de la dirección del electorado sobre esta cuestión parece claro.
Aun así permanecen amplias diferencias de opinión sobre qué hacer con los jugadores de esta era. Algunos votantes afirman que no votarán por peloteros de esta era, porque piensan que el uso de sustancias prohibidas estuvo en su apogeo. Otros votantes aseguran que votarán por cualquier candidato de esta era que califique para el Salón, esencialmente por las mismas razones -- el uso de sustancias prohibidas estuvo en su apogeo, y ¿quiénes somos nosotros, los cronistas de béisbol, para actuar como jueces y jurado?
Pero en este caso, los votantes son precisamente eso, jueces y jurado. Podemos todos discutir sin fin acerca de si esto es un caso serio de asignar el papel equivocado, pero es un hecho. Somos humanos; podemos cometer errores, tanto individual como colectivamente. Pero al menos en este asunto, estamos intensamente interesados y razonablemente bien informados.
Votar para el Salón de la Fama de Grandes Ligas es un privilegio raro y una responsabilidad solemne. No debería haber un lugar en este proceso para distinciones de arbitrariedad o decisiones caprichosas. Afortunadamente, las reglas preexistentes para la votación al Salón de la Fama ofrecen una dirección útil: "La votación debe basarse en los números del jugador, su habilidad, integridad, respeto por el juego, carácter y contribuciones para el equipo (s) con quien dicho pelotero jugó".
La porción de "integridad, respeto por el juego y carácter" en esa frase no me parece que permita el uso de sustancias prohibidas. En lo que concierne a mi voto, esa ahí donde pintaré mi raya: Los jugadores que consumieron sustancias prohibidas no deben estar en el Salón de la Fama de Grandes Ligas.
La mera sospecha del uso de sustancias prohibidas no debe ser suficiente para anular una candidatura. Pero una prueba positiva al uso de una sustancia prohibida, un veredicto culpable en un juicio, evidencia clara de culpabilidad -- eso debería ser suficiente para crear un caso en contra de la admisión al recinto de los inmortales.
Y en este tipo de caso, no importa qué tan exitosa fue la carrera en cuestión. El uso de sustancias prohibidas hizo esa carrera más exitosa y por lo tanto, de esa manera, aumentó la magnitud del crimen.
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