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miércoles, 11 de marzo de 2015
Real Madrid perdió ante Schalke 04, pero avanzó
6:19 a. m. by LUIS FELIPE ACEVEDO NÙÑEZ
MADRID. El Schalke
04 rozó la gesta en el estadio Santiago Bernabéu (3-4), donde destapó
los peores defectos del vigente campeón de Europa, un Real Madrid sin
personalidad al que levantó de la lona Cristiano Ronaldo, y se quedó a
un solo gol de eliminar a la peor versión del equipo de Carlo Ancelotti.
El momento de inestabilidad por el que
transita el Real Madrid conduce a la duda a futbolistas que han pasado
de ganar todo lo que jugaban, a sufrir en un día perfecto para recuperar
confianza. Llegaban al Santiago Bernabéu con dos tantos de ventaja, una
renta como para quitarse de encima las dudas, recuperar crédito y
disfrutar en el terreno de juego. Nada más lejos de la realidad. Los de
Ancelotti firmaron la peor primera parte en años en Europa y acabaron
sintiendo el miedo al abismo del fracaso en octavos de tiempos pasados.
La tensión se mascaba desde el inicio.
Un Real Madrid apático y sin alegría, anclado a un sistema que deja
vendidos a centrocampistas superados y laterales siempre en inferioridad
por la falta de ayudas ofensivas. El Schalke necesitaba un milagro pero
creyó en él, más aún tras sentir las dudas madridistas.
Intentó poner la velocidad al toque que
demandaba Ancelotti el Real Madrid de inicio, con Isco para cambiar un
juego plano y meter una marcha más en la transición. Conectó con Benzema
pero sin acierto en los metros finales antes de que el equipo entero
desapareciese. El Schalke tocaba con comodidad, sin presión en ninguna
zona del campo. Necesitaba goles y los buscó con una defensa de cinco,
con laterales de largo recorrido que encontraron autopistas despobladas y
Fuchs firmando el partido de su vida.
Siempre en superioridad el conjunto
alemán en cualquier rechace, generando segunda jugada, a los diez
minutos avisó Choupo-Moting, antes de tener que retirarse lesionado,
enganchando desde la frontal un pase atrás que rozó el poste. Era un
aviso con argumentos. En el Real Madrid nadie replegaba tras perdida y
la falta de intensidad provocaba derrota en cada duelo individual. Kroos
salvaba un remate de Huntelaar y a la afición blanca se le agotaba la
paciencia. Los silbidos acompañarían el partido.
Buscando mayor equilibrio apostó
Ancelotti por Khedira en el centro del campo. El alemán estuvo tan
superado como el resto. El equipo pedía a gritos el regreso de Luka
Modric. La baja forma de jugadores en los que no ha confiado el técnico
italiano, sumado un Coentrao ya acalambrado en el primer acto, amplió el
caos blanco. Meier corría sin rival y chutaba desviado y el primer gol
del Schalke llegaba con un error de Casillas a disparo de Fuchs. Sin
rival que le encimase, recibió el balón dentro del área sin que Bale
siguiese su marcaje, su disparo potente de zurda lo despejó hacia su
portería el capitán.
Aparecían los nervios, los malos gestos
entre compañeros. Arbeloa se desesperaba pidiendo ayuda y Cristiano
respondía. El portugués se desquiciaba ante la imagen de su equipo y
cuando se pedía un líder salió al rescate. Lo hizo tras una mano de
Khedira a tiro de Meyer que no señaló el colegiado. Un saque de esquina
dio oxígeno al Real Madrid. El testarazo de Ronaldo inapelable a la red.
El empate no reflejaba la realidad del
césped. El Schalke siguió superando en todo al Real Madrid. Un error de
Varane en una mala cesión pudo costar el segundo, con Huntelaar rozando
el gol tras llegar al despeje de Casillas. El holandés es un devorador.
Tiene la portería rival siempre en mente. De un balón muerto en la
frontal sacó un derechazo a la cruceta y a cinco del descanso se
anticipó a todos para mandar a la red el rechace de Casillas al disparo
de Meyer. Era el 1-2 y los presentes se preparaban para sufrir.
El Schalke acariciaba la gesta pero
Cristiano se empeñó en evitarla. En un arranque de raza, que no de
fútbol, el Real Madrid cerró una primera parte para el olvido salvando
los muebles. Perdonó Benzema una contra de Isco, Khedira con un centro
chut hizo volar a Wellenreuther y lo único salvable del partido de
Coentrao, un gran centro desde el costado izquierdo, lo remachó a gol
Cristiano.
Cuando el Bernabéu respiraba hondo y se
disponía a despertar de la pesadilla, con un golazo de Benzema a los 52
minutos, llegó un final de infarto. El francés encontró un balón dentro
del área, lanzó dos amagues que sentaron a rivales y marcó a puerta
vacía.
Ahora sí era el momento de liberar
tensiones pero la noche no estaba para ello. Porque solo cinco minutos
después el joven Sané se adueñaba del balón sin un defensa que le
saliese al paso y desde fuera del área, con todo el tiempo del mundo,
sacaba un zurdazo al ángulo donde no llegaría Casillas. Era el empate a
tres.
Recurrió al regreso de Modric cuatro
meses después Ancelotti y pareció surtir efecto de inicio. De golpe
cambió el concepto y el sistema. El Real Madrid pasaba a tener más la
pelota, a tocar con criterio, pero el Schalke, fiel a la filosofía de
equipo alemán, nunca se rindió. Barnetta rozó el gol escorado tras tocar
Modric su disparo.
Pudo sentenciar definitivamente el Real
Madrid y marcar un gol que le el daba récord de triunfos consecutivos en
UEFA Champions League pero lo intentos de Cristiano, el mano a mano de
Arbeloa, una rosca de Isco y un disparo de Bale, de los jugadores más
silbados por su afición, no acabaron en gol.
En el peor día que se recuerda de la
defensa madridista, Huntelaar incendiaba el final. Cogió la espalda a
Pepe y el pase al espacio de Sané, ayudado por Modric, lo chutó arriba
con potencia en un disparo imparable que significaba el 3-4 a seis
minutos del final. El madridismo sufrió cada segundo hasta que el
colegiado señaló el final del duelo.
Fue cuando apareció Casillas para
corregir sus errores en los dos primeros tantos. Sacó un disparo de Sané
y un remate con todo a favor de Höwedes en el último suspiro. La
eliminación en octavos y el fracaso sobrevoló el Bernabéu en un partido
en el que muchos pedían el debut de Martín Odegaard para protagonizar un
récord. La realidad es bien distinta. El Real Madrid avanza a cuartos
sin autoestima ni personalidad. Necesita cambios para volver a creer en
lo que le condujo al éxito. Los pañuelos de la grada marcaron la
despedida.
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