Ahora, después de recuperarse de una cirugía Tommy John para repararle el codo derecho, el jardinero es el primer pelotero de la academia en hacer su debut (11 de agosto) con el equipo grande.
Los Padres firmaron al dominicano en el 2007. En el 2008, el guardabosque empezó su carrera profesional en la Liga de Verano con el equipo de San Diego. Bateó .198 con 67 juegos. Esa temporada, a los 17 años, fue al plato 267 veces, dio nueve jonrones y conectó un total de 46 hits. Se robó nueve bases y fue atrapado en cinco ocasiones.
Liriano siguió progresando en el sistema de los Padres y, en el 2011, fue asignado a Clase-A Fort Wayne en la Liga del Medio Oeste. Ese año bateó .319 con 12 cuadrangulares y 62 impulsadas. El quisqueyano terminó la campaña jugando 15 partidos por Clase-A Avanzada Lake Elsinore, de la Liga de California.
Mi primer vistazo extendido a Liriano fue en el 2012, cuando el joven participó en la Liga Otoñal de Arizona. Dicha intervención vino después de que Liriano bateara .280 con ocho jonrones y 61 empujadas entre Lake Elsinore y Doble-A San Antonio.
Quedé impresionado con la temporada otoñal de Liriano ese año, viéndolo como un potencial bateador de impacto. En 91 turnos con Javelinas de Peoria, el oriundo de Santo Domingo tuvo promedio de .319 con cinco dobles y cuatro jonrones. Anotó 23 carreras, empujó 15 y se robó seis bases en ocho intentos. El dominicano fue uno de los jugadores más destacados de la liga.
Durante ese tiempo, lo que vi a diario de Liriano fue la combinación poco vista de poder y velocidad para un jugador de su tamaño.
Además del potente bate y una velocidad por encima del promedio para un pelotero de seis pies de estatura y 230 libaras, Liriano enseñó un brazo por encima del promedio en el jardín derecho. De hecho, tiró tan duro que es posible que su mecánica y velocidad en tiros hayan incidido en la necesidad de reconstruirle el codo de lanzar. Al momento de operarse, Liriano era calificado por MLB.com como el prospecto número 3 de los Padres. Ahora mismo está como el número 6.
Después de su temporada otoñal en Arizona, escribí que Liriano me recordaba a nivel físico a su compatriota Raúl Mondesí, ex jardinero de Grandes Ligas con buen poder y un potente bate. De hecho, he leído dicha comparación en varias ocasiones y sigue siendo válida.
Liriano, bateador derecho, está jugando de manera regular en el equipo grande de San Diego. Está teniendo algunos problemas contra los lanzadores derechos mientras se acostumbra a la calidad del pitcheo en Grandes Ligas.
El jugador de 23 años tiene una impresionante velocidad con el bate. Además, pasa bien las manos por la zona de strike. Sabe generar poder para dar jonrones. Sin embargo, Liriano se volverá más peligroso cuando aprenda a reconocer los lanzamientos rompientes y a ser más selectivo en el plato.
Hay momentos en que Liriano trata de sacar la bola con una mentalidad agresiva, en vez de selectiva. El dominicano expande la zona de strike y, esencialmente, se hace out a sí mismo.
Sin embargo, hay electricidad en su bate. Sus batazos producen ese sonido especial. Incrementar el contacto que hace probablemente sea parte del futuro de Liriano.
Claro, a Liriano le toca convertir sus herramientas crudas en herramientas probadas y fiables. A pesar del difícil inicio con el equipo grande de los Padres, el joven debe de aportar un poderoso bate en un equipo donde hace mucha falta. En partes de seis temporadas de liga menor, Liriano bateó .274 con 54 jonrones y 314 empujadas, además de 172 bases robadas.
Dos claves del futuro de Liriano será hallar un ritmo consistente en su swing y poder usar una mecánica sólida para complementar su fuerza y la velocidad de su bate. Hace falta más experiencia para que el toletero se acomode a nivel de Grandes Ligas. Pero Liriano tiene mucho potencial. Tiene esa habilidad. Es sólo cuestión de pulirla.
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