Fueron cuatro horas donde se vivió de todo: dominio repartido, puntos de gran factura, irregularidades en momentos clave y hasta un mini rain delay en plena definición del quinto set. Cada imagen con el sello que ambos jugadores le habían estampado a los propios octavos de Australia en 2013 y a la semifinal del último US Open. Pero aquí, el suizo terminó con los brazos en alto.
Aunque de arranque difícil era prever ese final. Wawrinka tuvo un primer set olvidable, con 16 errores no forzados (más que en cualquier otra manga) y una sugestiva pasividad desde la devolución, que Djokovic no dejaba pasar. Así se iba el parcial más rápido del partido, en solo media hora de acción.
En el segundo, el suizo despertó. Aunque necesitó caminar por la cornisa para hacerlo. Sirviendo 0-1 y 0-30, el helvético conquistó siete puntos en fila para gestionarse sus primeras tres chances de quiebre en el partido. No las pudo concretar, pero el camino estaba allanado.
Enseguida Wawrinka se encontró con otro 0-30. Pero allí es donde empezó a aparecer en gran forma su principal aliado en instancias límite: el saque. Dos aces lo sacaron de ese aprieto y así la igualdad se mantuvo hasta el noveno game, donde Stan coronó un peloteo de 26 golpes con un impecable revés paralelo sobre la línea. Con el quiebre, sirvió para set ante un aturdido Djokovic y pronto todo quedaba como al principio.
Ahora quien caminaba la curva descendente era el serbio. Otro quiebre en contra apenas iniciado el tercer set y nula capacidad de respuesta. El suizo hacía y deshacía en ese pasaje del partido y se ponía en ventaja ante un Djokovic cada vez más apagado.
La reacción del campeón empezó a aparecer de manera paulatina en el cuarto parcial. Pero cada avance sobre el servicio de Wawrinka chocaba con una impenetrable barrera de saques ganadores (17 aces totalizaría el ganador). Crédito para el suizo, que nunca perdió la calma tras repetidos 0-30.
De todas formas, la perseverencia de Nole tendría premio. Sacando iguales en 3-4, Wawrinka se vio sorprendido por una ajustada devolución de Djokovic y quedó break point abajo por primera vez desde el set inicial. Fue suficiente para el serbio. Con un grito que recorrió todo Melbourne Park, el N°2 hacía saber que estaba de nuevo en partido. Y de inmediato llevó las cosas a un quinto set.
En el quinto, empezó otro partido: el de las irregularidades, cierto apuro en algunas decisiones y también una menor búsqueda de winners, producto del cansancio y la instancia del partido. Primaban los peloteos largos y el encuentro, aun con esos vaivenes, ganaba cada vez más en emoción.
Djokovic pegó primero y quebró para 2-1, pero en el game siguiente combinó cuatro errores no forzados y cedió la ventaja. El serbio volvería a tener un break point en 2-2. Otro en 3-3. No pudo con ninguno. Y ya no habría más chances.
De allí en más, ambos comenzarían a ganar con sencillez sus juegos de saque. Y ni la lluvia pasajera que detuvo la acción por cinco minutos en el décimo game cambiaría la cerrada tendencia del final.
En 7-8 y 30-30, Wawrinka llevó a Djokovic a la red y el serbio buscó asegurar una pelota cruzada. Pero increíblemente falló y, de pronto, se vio match point abajo. Y un nuevo error no forzado cerraría la cuenta.
De esta forma, Wawrinka avanza a la segunda semifinal de Grand Slam en su carrera. Y a la segunda consecutiva. Para Djokovic, fin al mencionado invicto de los 28 partidos (además, claro, de los 25 en Melbourne Park), pero también a la racha de 14 semis consecutivas en torneos Major. Asimismo, el serbio perderá 1640 puntos en el ranking, algo que estirará todavía más la diferencia a favor de Rafael Nadal, teniendo en cuenta que el español no defendía nada en Australia.
De esta manera, Berdych, finalista de Wimbledon 2010, se instaló por primera vez en su carrera en las semifinales de Australia, ya que hizo cuartos en los tres años anteriores en el Melbourne Park. Esta vez, fue más que el aguerrido y gran defensor Ferrer, finalista de Roland Garros 2013 y dos veces semifinalista de este certamen.
En el duelo de estilos prevaleció el checo, quien fue el primero en lograr un quiebre, en el segundo game del partido, para luego adelantarse 3-0. Después logró otro rompimiento, en el sexto, y finalmente selló con autoridad el set inicial, ante un rival que aún no había entrado bien en ritmo y no soportaba el ida y vuelta veloz que proponía Berdych.
El jugador checo quebró otra vez en el séptimo juego y se puso 4-3 en el segundo capítulo. Se recuperó levemente Ferrer, al conseguir un break en el octavo y empató 4-4. Así el checo, tras haber ganado sus 60 primeros juegos de saque durante este torneo, lo cedió. Otro quiebre, igualmente, le devolvió la sonrisa y en minutos se apoderó también de ese segundo parcial.
Más sólido y afirmado en la cancha dura, Ferrer le quebró en el sexto game del tercer set a Berdych y se adelantó 4-2. Enseguida pudo darse el lujo de concretar otro rompimiento y planteó, con ese set ganado, la duda general sobre si podría recuperarse plenamente o bien regresaría la versión audaz y precisa del poderoso checo.
Sufrió el ganador para sostener su servicio en el cuarto game del cuarto set y, acto seguido, le rompió a Ferrer en el quinto. Se mantuvo, pese a algunas turbulencias, para definir la historia y lograr una victoria de esas que merecen ser festejadas, pese a que el español no venía mostrando su mejor forma en este torneo.
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