El doble rol podría disminuir el hambre de triunfo en el campo deportivo, pero en ocasiones también les ha servido de inspiración para obtener grandes logros.-
El mundo deportivo no escapa a esta relación umbilical y campeonas de la cancha, el ring, el césped, ha dado los más tiernos testimonios de amor y los cambios bruscos que sus proles les han hecho experimentar en su carrera y su vida privada.
“Desde que Marcos nació mi vida se convirtió en una mitad, él es la otra mitad...Tenemos una relación inseparable, yo he tenido que hacer los ajustes de los dos roles; sigo en el racquetball y en los eventos internacionales y le pongo corazón, pero mi gran amor es por mi hijo”.
La frase anterior es de Claudine García, una veterana que ha ganado medallas de todos los colores en juegos oficiales, exceptuando los olímpicos; y quien se prepara para los Centroamericanos y del Caribe.
“Cuando subo a un ring, si es en el país ella sube conmigo con la faja, si es fuera entonces me siento con un vacio y me obliga a ganar porque sé que cuando pierda Crystal se sentirá muy triste”, expresa la campeona mundial de boxeo Dahiana Santana de su hija de nueve años.
Joelle Schad
Cuando el tenis era lo primero, lo segundo y lo tercero en su vida, Joelle Schad no suponía que más adelante se producirían hechos que le proporcionarían emociones mayores que las ocho medallas que conquistó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe y dos en Panamericanos.
Tan enfocaba estaba en su deporte que ni imaginaba que tendría hijos. “Nunca pensé que iba a ser madre. Siempre como que me veía bastante deportista, en ´time´ y ese ambiente”, admite la hoy entrenadora de la selección nacional juvenil de tenis.
Hoy exhibe orgullosa como principales logros alcanzados en su vida a Oliver Nicolás, de nueve años, y a Alexandra Joelle, de siete, a quienes el tenis también le corre por las venas.
“Ellos son mis mejores medallas”, manifiesta sobre los dos hijos procreados con Oliver Fiallo.
Leidi Germán
A la judoca Leidi Germán, quien exhibe notables logros en el campo deportivo y en el del saber (es Licenciada en Mercadeo), la vida le cambió cuando tuvo el dos de febrero del 2008 a Leidi Amelia. Procreada con el también judoca Eugenio Vásquez, Leidi Amelia tiene más valor que el oro eludido en tres Juegos Centroamericanos y del Caribe, en los cuales obtuvo plata.
Leidi Germán no olvida su condición de hija y por eso en un día como hoy --y todos los demás-- resalta a su abnegada madre Santa Tejeda.
“Nada de lo que soy hoy fuera posible. La amo, la adoro y le agradezco todo lo que ella hace por mí todavía”.
Hijos son motivación de deportistasMadre soltera, estudiante de sicología, capitana del equipo de hockey sobre césped y campeona del mundo del peso pluma, son algunos de los roles de Dahiana Santana.
Cuando no se busca la comida de cada día a tablazos limpios sobre el ring, ella tiene que encender su freiduría en la periferia del Parque del Este, en el ensanche Isabelita.
“Bueno esa es mi misión, pero entre todas las cosas que hago, mi hija es la número uno, y cuando la abandono un poco es peor porque se adueña de mi mente y todo mi ser, ella es mi control y es el regalo que Dios me ha dado para saber que tengo que seguir hacia delante”, revela Dahiana, quien acaba de tener su cetro mundial en Argentina por votación unánime.
Embarazada en acción
La primera mujer dominicana en conquistar una faja mundial en un deporte tan rudo como el boxeo, previamente participó como jugadora de hockey en los Juegos Panamericanos 2003 y sorpresa, sin saberlo tenía cinco meses de embarazo, y no fue hasta después de concluir la competencia que descubrió que estaba embarazada.
“A partir de ahí la vida me cambió, pero nunca pasó por mi mente la idea de abortar, me puse algo nerviosa y no sabía cómo reaccionar, pero entendí que era un regalo de Dios”, recuerda.
Durante la mañana lleva a Crystal al colegio y sigue hacia el gimnasio. Cansada o no debe realizar quehaceres domésticos, sobre todo preparar de comer y luego, buscar a su hija.
El trago seco
Lo más difícil es salir del país por tres o cuatro semanas a entrenar, porque es como separar cuerpo y alma, aunque esté en constante comunicación con su familia y su hija.
“Cuando tengo una pelea fuera es como un trago fuerte, mis hermanos y mi madre me cuentan que Crystal trata de animarme frente al televisor diciendo: “Mami dale duro!, ¡eso es!, ¡así se hace!... Mientras que mi sobrinito, que tiene la misma edad que ella, comienza a llorar porque ve cuando me golpean”.
0 comentarios:
Publicar un comentario