En medio de la euforia causada por la cerrada lucha por la clasificación hacia las semifinales y la calidad del baloncesto en el torneo de la Liga Scotiabank LNB, una serie de “eventos desafortunados” han amenazado con convertirse en “nubarrones” en el cielo claro del circuito.
Está el caso del partido Leones-Metros concluído el pasado lunes, puesto bajo protesta por los primeros, bajo alegatos de violaciones por parte de los segundos en la correcta inscripción de jugadores refuerzos.
Interpretaciones diversas y diferentes fuentes de sustentación para defender las posiciones de los respectivos equipos han sido esgrimidas.
El pasado domingo en el partido en San Francisco de Macorís entre Titanes y Los Indios, poco faltó para que “la sangre llegara al río” entre el árbitro Reynaldo Mercedes y un integrante del cuerpo técnico del Licey, en desacuerdo por las faltas llamadas en el encuentro, que incluyó al expulsión de Gerardo Suero.
Otro incidente fue el registrado el martes en Puerto Plata y que involucró al jugador Marlon Martínez y el comunicador Junior Matrillé con todos los pro y contra, las voces por uno y otro bando, pero que resultó en una agresión física -provocada o no- al periodista.
Y por si no fuera poco, Alex Rivas y su agente Jordan Olivo denuncian una deuda de los Huracanes del Atlántico de tres semanas, la exclusión del jugador del equipo sin justificación y la expulsión del hotel donde permanecía.
Problemas de diversa índole, de mayor o menor grado, pero que, a pesar de los pesares van a contribuir al proceso de crecimiento de la LNB que, con sus decisiones, deberá ir trazando la pauta para que la liga madure y tome la fortaleza necesaria para formar una sólida base institucional.
La opinión de Cynthia. “La humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Y eso le está faltando a algunos de los jueces (árbitros) que pitan en el torneo de la LNB. No es posible que a un equipo en un juego le piten 35 faltas y le den 49 tiros al contrario por esas faltas y, no obstante, entre las faltas dos sean técnicas. Como no es entendible que un árbitro pite en ocho juegos a un mismo equipo y que este pierda siete. Resulta raro, poco común y hasta curiosa la situación y es que el afortunado juez era una persona sencilla, humilde y muy conversadora y ha perdido esa virtud; pero el caso más curioso es que el viernes pasado pidió a un seguridad que le llevará una bebida energizante al camerino, este le dijo que no habían abierto el bar y dijo “si no me lo traen no pito”. Esto es sugestión, prepotencia o qué. A los dirigentes, asistentes y jugadores los multan, amonestan y eso está bien para poner el orden y hacer las cosas bien; pero y quién supervisa a estos señores. Me imagino un árbitro supervisando a otro árbitro. Eso no es posible.
Interpretaciones diversas y diferentes fuentes de sustentación para defender las posiciones de los respectivos equipos han sido esgrimidas.
El pasado domingo en el partido en San Francisco de Macorís entre Titanes y Los Indios, poco faltó para que “la sangre llegara al río” entre el árbitro Reynaldo Mercedes y un integrante del cuerpo técnico del Licey, en desacuerdo por las faltas llamadas en el encuentro, que incluyó al expulsión de Gerardo Suero.
Otro incidente fue el registrado el martes en Puerto Plata y que involucró al jugador Marlon Martínez y el comunicador Junior Matrillé con todos los pro y contra, las voces por uno y otro bando, pero que resultó en una agresión física -provocada o no- al periodista.
Y por si no fuera poco, Alex Rivas y su agente Jordan Olivo denuncian una deuda de los Huracanes del Atlántico de tres semanas, la exclusión del jugador del equipo sin justificación y la expulsión del hotel donde permanecía.
Problemas de diversa índole, de mayor o menor grado, pero que, a pesar de los pesares van a contribuir al proceso de crecimiento de la LNB que, con sus decisiones, deberá ir trazando la pauta para que la liga madure y tome la fortaleza necesaria para formar una sólida base institucional.
La opinión de Cynthia. “La humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Y eso le está faltando a algunos de los jueces (árbitros) que pitan en el torneo de la LNB. No es posible que a un equipo en un juego le piten 35 faltas y le den 49 tiros al contrario por esas faltas y, no obstante, entre las faltas dos sean técnicas. Como no es entendible que un árbitro pite en ocho juegos a un mismo equipo y que este pierda siete. Resulta raro, poco común y hasta curiosa la situación y es que el afortunado juez era una persona sencilla, humilde y muy conversadora y ha perdido esa virtud; pero el caso más curioso es que el viernes pasado pidió a un seguridad que le llevará una bebida energizante al camerino, este le dijo que no habían abierto el bar y dijo “si no me lo traen no pito”. Esto es sugestión, prepotencia o qué. A los dirigentes, asistentes y jugadores los multan, amonestan y eso está bien para poner el orden y hacer las cosas bien; pero y quién supervisa a estos señores. Me imagino un árbitro supervisando a otro árbitro. Eso no es posible.
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